jueves, 28 de enero de 2010

Estratagemas de tocador.

¿Quién no ha tenido que visitar alguna vez con urgencia algún baño público? Servicios de carretera, de gasolinera, de discoteca, de parking, de biblioteca, desde luego ninguno de ellos deja indiferente, y aunque nos aguantemos lo que no está escrito hay veces que la premura llama a la puerta con demasiada insistencia.
Quién no ha entrado en uno de esos baños en los que nada más abrir la puerta te encuentras con la mugre en persona, a punto de convertirse en un monstruo gigante que va a devorarte, que parece que te van a empezar a caer churretones por todos lados, sueltas un no amargo, miras hacia el techo como si dicha acción te fuese a dar más valor para adentrarte en el cubículo, y para comprobar si estás en lo cierto y vas a ser duchado en breves momentos, resoplas y haces de tripas corazón. O esos que tienen un agujero en la puerta y saludas por él a tu amiga que está en el de enfrente. O esos que vienen con pastel incluido. Uhhhh.
Y otro de los ejemplos más temidos, al menos yo los temo, es el modelo zulo. Ese que para meterte en él y cerrar la puerta tienes que premeditar los movimientos estratégicos a utilizar para no rozarte con nada. Mi maniobra más conocida es la de la marcha atrás, dar pasos hacia atrás con las piernas abiertas de tal manera que el inodoro quede entre ellas y así cerrar. Si hay percha da las gracias al altísimo y si no, pues a enrollarse todo al cuello y a hacer malabarismos.
Esta vez me ha tocado con percha, yujuuuu. Cuelgo bufanda y abrigo y ya no queda hueco para el bolso que finalmente decido, muy a mi pesar, dejar en el suelo. Ay madre mía que me meo encima, que se me escapa… y empieza a sonar el móvil, joder que oportuno. Rebusco desesperadamente en el baúl de los recuerdos maldiciéndome por meter tantas cosas que luego no uso y diciéndome que a este paso cualquier día tengo que salir de casa con una maleta. No lo encuentro y empiezo a sacar cosas, un pañuelo, usado por supuesto, ¿una cucharilla?, una pila, una mandarina ¡si yo nunca como fruta, qué diablos hace aquí una mandarina!, madre mía cualquier día saco a Bin Laden que llevaba años escondido en mi bolso sin darme yo cuenta y por eso los americanos no lo encuentran ni a la de tres.
Por fin logro sacarlo y mamá cuelga, por cierto un saludo madre, y con la rabia me levanto de golpe, y como el espacio es verdaderamente limitado me golpeo la cabeza con el roncho de metal del papel higiénico haciendo que abrigo y bufanda me cubran la cabeza, disminuyendo así mi visión de campo. Y mientras me sacudo para quitarme las cosas de la cara como una loca rabiosa y dejándome unos pelos que hacen honor a dicho calificativo, me precipito contra la otra pared habiendo así tocado todo lo que no quería ni rozar. Así que desde aquí reivindico unos baños un poco más grandes hombre que cualquier día tenemos que empezar a compartir taza con el de al lado, mitad para ti y mitad para mí, no nos vemos las caras pero sí el culete.

מרינה

1 comentario:

Señorita Puri dijo...

jajajajajaja me parto, muy bueno