viernes, 28 de agosto de 2009

La guerra, con Gus, mejor se lleva.

Hace unos días que abandoné Kosovo, no, no el que se sitúa en Serbia, el que se localiza exactamente entre la puerta de mi casa y la carretera que conecta con el resto del pueblo. No te bombardean, eso es cierto, pero llegar a tu destino sin una gruesa película de polvo por todo el cuerpo es misión imposible, del color de los zapatos ni hablamos.
Pero si lo que querías era lucir este verano unas chancletas de esas que tanto se pusieron de moda una temporada, hace unos tres milenios, que tenían toda la planta llena de pinchitos, sí, hombre, que decían que eran todo un milagro para la circulación, para la circulación de impulsos homicidas porque, coño, cómo dolían las jodidas. Pues eso, que pasar por mi calle te va como anillo al dedo, y si no las querías pues te jodes. Las tendrás de todas las maneras, pues aunque quieras, no podrás evitar que las piedras se te claven hasta lo más profundo de tu ser. Oye, que Wilma Picapiedra hubiese matado por unas como esas, vamos, el último grito en la edad de piedra, aunque en la de bronce ya estaban de capa caída.
Bueno, a lo que iba, que a pesar de las adversidades del medio, cuando veo esas botas más llenas de mierda que el rabo de una vaca, con una suela de un grosor tal que roza la plataforma, con unos cordones tan apretados que los pies se encuentran en proceso gangrenoso avanzado. Esas garrillas de pelos rizados, esos pantalones mugrientos y raídos, sujetados por un zarapastroso cinturón, por los que asoma un calzoncillo modelo “paquetero que me ha comprado mi madre en un pack de tres del Carrefour”, ese gorro robado a Manolo o Benito en un descuido del rodaje de “Manos a la obra”, pero ese torso moreno… Sí, moreno peón de obra, moreno y tío bueno a la par.
A ti te cogería yo la pala y te iba a enseñar lo que es un hoyo en condiciones moreno de ojos verdes.
מרינה

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay Omá que Rico el guapo de Gustavo.