domingo, 30 de agosto de 2009

Urge vecino.

Hoy, mientras estaba haciendo algo que no es lo que debería de estar haciendo, me he dado cuenta de que, eso que dicen de “la española cuando ama, ama de verdad” es completamente cierto, o al menos aplicable a mi caso.
Tenía quince años y él era mi vecino. Me dije a mí misma “se me pasará”, pero no se me pasaba. Así que transcurridos dos años, o más, porque ya me bailan las fechas, acabé por acostumbrarme a sonreír nerviosa, a saludarle con el “síndrome de la mano tímida”, a esperar encontrarlo a la vuelta de la esquina, o en cualquier fiesta, ambos borrachos como cubas. El único momento que nos dedicábamos el uno al otro.
Con el tiempo llegaron los cambios, y con la lejanía el olvido parcial, pues, cada vez volvía al pueblo, sólo deseaba encontrármelo casualmente. Y ese característico cosquilleo en el estómago nunca desapareció hasta que ese minúsculo hombrecillo irrumpió en mi vida.
Sí, años más tarde la historia se repite, menudo coñazo joder, parece que mi vida sea cíclica. Así que volví a enamorarme, de mi vecino, por si no lo había dicho en ningún momento. Le quise casi desde la primera vez que lo vi, y al mes siguiente ya me dije “se me pasará”. Uhhh, malo, malo, malo, porque ya sé lo que pasa si digo eso.
Así que, como creo que ya estoy en la etapa “me acostumbraré”, y la cosa va de vecinos, sólo espero que los que alquilen otro de los pisos de enfrente, justo tres niveles por debajo de Omar, y con mejores vistas, sean tres tíos, a cada cual más cachondo. Y puestos a pedir que haya un arqueólogo, que siempre he querido uno.


מרינה

3 comentarios:

Señorita Puri dijo...

Yo una vez me lié con un arqueólogo. Su concepto de romanticismo era pasarme un cepillito por los huesos y analizarme fijamente. Si me tocaba, lo hacía con tanto cuidado que parecía que no lo hiciera. Tampoco recordaba mi cumpleaños, sólo hacía aproximaciones de fechas.
No duramos mucho.

Marina dijo...

normal que no durarais nada, vaya tendré que ir busccándome otra profesión... Eso sí, desde luego con esas extrañas costumbres seguro que era bueno en su trabajo.

Manu MAÑERO dijo...

el tema de los vecinos está sobrevalorado, creeme. ya nadie pide sal :(