viernes, 30 de enero de 2009

Capítulo 6.

Me he pasado el día acechada por un bocadillo enorme de chorizo, allá donde iba, el pensamiento del bocadillo de chorizo conmigo. Nunca he sido muy fan del embutido, pero basta que una cosa no la puedas probar para que te apetezca con locura. Ahí me tenías a mi, delante de la nevera con ojos de cordero degollado, cavilando, bueno no, solo pensaba, ¿lo hago o no lo hago?, una y otra vez. Rendida ya por fin al deseo, abro la nevera relamiéndome de avaricia y…. ¡oh! Jajaja ¡no hay chorizo! Tanto dilema para nada. Es lo que tiene volver a casa, la nevera llena.

Volví ayer después del puntazo de locura que me dio, de esos que me dan una vez al año, porque yo soy de ese tipo de personas que casi todo lo calcula, lo piensa, lo repiensa y lo re-repiensa, vamos, que si no fuese de ese tipo de personas haría meses que, o estaría con Omar, o me hubiese mandado a freír espárragos y ya hubiese pasado por mi vida sin pena ni gloria, como otros tantos.

Bueno, pues eso, que en plena enajenación mental me hice la maleta, de aquellas maneras, porque no me llevé cargador de móvil, ordenador sí, pero no cable, ni calcetines, ni bragas, si, horrible, porque tengo para elegir entre las bragas de mi hermana que me aprisionan todo el pandero y me sacan 4 mofletes, o las de mi madre, de cuello alto y máxima seguridad.

A lo loco, que me planté en Atocha con la esperanza de poder coger un tren, huyendo, entre otras cosas, de esa maldita ventana que logra acaparar toda mi atención, esperando no tener que volver al piso reconociendo mi estrepitoso fracaso. Pero no, esta vez la suerte estaba de mi lado y en hora y cuarto me planté en Zaragoza, confiando en que mi madre nunca llegue a enterarse de que no vine en un humilde autobús.

Si alguien deja de verme una temporada es probable que mi madre se haya enterado del asunto, en ese caso un posible lugar en el que se me podría encontrar sería en el congelador de casa, porque mi madre me habría hecho picadillo, y yo tengo la firme convicción de que me guardará.

מרינה

jueves, 29 de enero de 2009

Capítulo 5.

Hoy he ido por primera vez al mercado del barrio después de un año y medio viviendo aquí, ya me vale, me sacas del Dia y me siento perdida. Hoy me he adentrado en un nuevo mundo para mí que no incluye la comida precocinada, enlatada, envasada y las múltiples variedades de comida basura en las que llevo especializándome unos 3 años.
Cualquier pobre diablo que decide salir del nido familiar pronto se da cuenta de que nunca jamás volverá a comer en condiciones, haciendo del microondas su más fiel aliado y aferrándose a la pasta con tomate como si fuese su único Dios, no compañero, en la cocina, politeístas.
Y eso decidí yo hace 5 semanas aproximadamente, cuando pasaba las Navidades en casa de mis padres. Claro, cuando llegué a la mía me di cuenta de que la cosa no era tan fácil, pero yo, ni corta ni perezosa, me preparé una variada lista de la compra y me fui como si fuese la mayor maruja del barrio directa al mercado, esperando caerles en gracia a los mercaderes y que no se diesen cuenta de mi torpeza a la hora de pedir. Vamos, que estaba cagada, que algo tan simple para mi madre, que no sabe ni encender el video, a mí me parecía todo un mundo.
Llegué a la pescadería, ¿qué desea señorita? Media trucha, por favor. El pescatero (o como quiera que se llame) me mira raro, mierda, ¿qué he dicho? Señorita no le puedo dar media trucha. ¿Por qué? ¿Acaso no puede cortar el pez en dos? El pescatero, es que no se sirve así o una o nada. Y yo, bueno, pues una, por favor. ¿Cómo se la preparo? Joeee, más complicaciones, le digo, no sé, como se la lleve todo el mundo, esta es una respuesta socorrida, válida en múltiples ocasiones. Hombre tendrá que decirme una forma concreta. Joeee, qué pesado, yo que me voy a saber, y le digo, bueno pues de alguna manera en la que pueda comer la trucha. Me la prepara y me voy.
Me paso a la frutería-verdulería, buenos días, ¿qué desea señorita? Buff, ¡ya me están aturullando con más preguntas!
Yo, una zanahoria. Él, ¿sólo una? Sí, soy una cutre, sólo una, porque soy sólo una, ¿vale? Él, ¿qué más? Yo, calabaza. Y me saca una gran calabaza como las de Halloween. Mierda, yo no quería eso, craso error, me he confundido y lo que yo en realidad quería era un calabacín, ahora no puedo decírselo, me hará sentirme todavía más tonta que el pescatero. Me corta un trozo enorme de calabaza que tres días más tarde se me aparece en el armario rodeado de una especie de pelillos, deduzco por la apariencia que se ha podrido, porque me da miedo abrir el paquetito. Me da también un pimiento enorme. Vaya, en este sitio todo es XXL, bueno, todo todo no lo sé. Me voy un poco más cabizbaja de lo que me fui de la pescadería y me dirijo a un puestecillo con carne.
Me digo, en este lo hago bien, y con mi mejor sonrisa le digo, una pechuga de pollo, y me dice el señor, ¿no quieres otra cosa? Y yo, pues no, creo recordar que dije pollo. Pues aquí no, señorita, eso a la pollería. Me doy la vuelta y me dirijo más humillada, si cabe, hacia lo que me han dicho que es la pollería, el único puesto en el consigo no sentirme como una niña de mamá que no se sabe cómo se independizó hace tres años y pico y sigue viva.
Por fin salgo del mercado con mi compra en la mano y satisfecha por no haber muerto en el intento, hasta me siento más mujer, más adulta.

מרינה

miércoles, 28 de enero de 2009

Capítulo 4.

Hoy es el segundo de los días críticos, a pesar de que no se exactamente qué día es hoy, miércoles, jueves, no se, en exámenes todos los días son iguales, pero me lo he pasado entera en la parra, pensando, hoy seguro que tampoco llega Omar. He llegado al borde de la esquizofrenia, a puntito de buscar ya los horarios de los vuelos y mirando con melancolía su ventana, esperando a que por fin un día su luz se encienda.
¡¡¡Lo que sí me han llegado han sido noticias frescas!!! Gracias mi gran Melej por preguntarme en el bar, no se si sabes cuánto te lo agradezco. Hay una buena y una mala. La buena es que llega en Febrero, así que no me tengo que pegar esta semana buscándolo desesperadamente en cada lugar al que voy, como si es al baño, y esperemos que sea a principios de febrero, o volveré a retomar sin poder evitarlo la fase de desesperación.
La mala es que ya no trabaja en el bar, ¡ha cambiado de trabajo! Bueno, el chico me va progresando, se me iba a acabar avinagrando en la hostelería. Pero lo malo es que ya no podré ir a verlo al bar siempre que quiera, ¿qué voy a hacer entonces? No me puedo pasarme la vida espiándole por la ventana, de vez en cuando necesito verlo en vivo y en directo. No, si al final me voy a tener que hacer con unas gafas oscuras y una gabardina y perseguirlo por el barrio, aunque cabe la posibilidad de que me denuncie por acoso.
La segunda opción, que es la más lógica, la menos enfermiza, y también la más arriesgada es hablar con él, invitarlo a tomar algo, o yo qué sé. Joder que vergüenza, como me de calabazas no sé que haré, por lo pronto darle una patada en la espinilla y salir corriendo con mi autoestima de la mano, por si le da por escaparse.
Oli me ha dicho algo hoy que de verdad, me ha dejado alucinada. Jo, me das un poco de envidia, con esa emoción del principio. 1: ¿qué principio? Oli que ya son 8 meses, hija, de principio nada. Y 2: ¡pero qué dices! ¡LOCA! Esto es un infierno, una pesadilla de la que no te despiertas, una angustia constante, sale todo lo peor de ti. Anda, ven, guapa, ¡que te lo regalo todo enterito!
Así que nada, los días críticos se aplazan hasta el lunes 2 de febrero, tomando el domingo como día semicrítico. ¡Yuju! Al menos tengo 3 días de descanso.
מרינה

martes, 27 de enero de 2009

Capítulo 3.

6:50 Suena el despertador, ¡noooo! ¿Por qué no me he muerto esta noche? Debería estar prohibido levantarse a estas horas. Decido dormir más.
7:00 ¡Coño! ¿Yo no tenía un examen? Mierda. Resignada me levanto.
Así ha comenzado mi día, ¡mi primer examen! Por supuesto me había olvidado de mirar la clase donde era y hoy si que no me he librado de ir aplastada en el metro entre un panchito (que no era Omar) y una asiática, que podría ser vietnamita, china, japonesa y todas esas que son todas iguales, de feas, digo.
Jajaja, pobres, es que últimamente soy una cabrona, y mi pasatiempo favorito es que cada vez que me monto en el metro hago una inspección al vagón en busca de feos, cuando encuentro uno siempre sigo el mismo proceso, le miró, sonrío con aire de suficiencia y pienso ¡qué fea la hija de puta! Si es chica, claro, si no ¡qué feo el hijo de puta! También está la variante para niños, ¡ay, qué feico el pobrecico! Estos últimos son los únicos que suscitan en mi algo de compasión, los otros, ¡nada! ¡Feos!. Y no es que yo me crea una Top Model, es obvio que no, pero a veces mola bastante reírse de la fealdad ajena, y que nadie diga lo contrario, ¡que seguro que mucha gente hace lo mismo que yo!
¡Ah, bueno! Y que no se me olvide que hoy era el primer día de los denominados días críticos, Omar no ha venido hoy, pero aún no he perdido la esperanza, lo que no quiere decir que la paranoia no ronde mi cabeza y ya se me han empezado a ocurrir cosas del estilo “quizás me estoy equivocando y no viene esta semana”, o peor, “lo mismo no vuelve”. No, no, cerebro, ¡eso no se piensa!
מרינה

lunes, 26 de enero de 2009

Capítulo 2.

Mañana es mi primer examen y hoy todavía no ha venido Omar, que no cunda el pánico, todavía faltan unas horas para que comiencen los días críticos, y yo debería de estar más preocupada por mi examen que por mi obsesión Omar-ciana.
He de reconocer que a primera hora de la mañana estaba más preocupada, en su mayor parte debido a la naturaleza de mis apuntes, pero este viento infernal que nos lleva azotando estos últimos días, aparte de dejarme los pelos como si hubiese metido los dedos en el enchufe, ha hecho también volar mis malos pensamientos y me he dicho a mi misma “estos apuntes de la wikipedia (bendita wikipedia) son extraordinarios (es lo que nos parece a todos cualquier mierda cuando no nos la hemos tenido que currar nosotros) y tan dignos como los tomados en clase. Así que como una campeona me he pasado por la biblio, en la que por supuesto he dejado mi marca, he roto un cartel, dispuesta a empollarme esos dignos apuntes, algo que hasta el momento he conseguido, ya veremos mañana delante del folio en blanco.
Gracias a no se qué, esta vez no he pasado por las famosas etapas ya enumeradas por Oli, y menos mal que no he llegado a mi más temida etapa, la de “todo me lo suda, yo me piro a dormir y mañana esperaré a la Virgen con los brazos abiertos”.
Hoy por la noche estaba con mis compis viendo el hormiguero, y salía Lolita, y ésta ha dicho, “si caen de la botella 22 gotas se cumple el deseo".
Oli: ¿qué habéis pedido?
Joy: aprobar los exámenes.
Oli: aprobar los exámenes.
Yo: ummm, que Omar me quiera.
Risas…
Según parece, los exámenes me deben importar un pimiento.

מרינה

domingo, 25 de enero de 2009

Capítulo 1.

Quedan 38 horas y 42 minutos para que empiecen los días críticos, es decir, los días en los que puede que llegue Omar, ese colombiano que me ha hecho perder la cabeza, las bragas y todo lo demás y me ha robado el pistacho (el corazón) sin consideración alguna.
Esta historia comienza en Mayo de 2008, mes de exámenes, fue la primera vez que lo vi, a pesar de que ya llevaba como unos 8 meses viviendo en frente de él. La primera vez que lo vi fue por la calle, yo sentada en una mesa del después denominado OmarBar y él llegando a su trabajo, pantalones negros y chaqueta verde.
Parece imposible quedarte prendada tan de repente, ¿eh?, pero sí, no se cómo, pero sucedió. Desde ese día mi vida ha transcurrido entre alegrías y penurias, y por supuesto ridículos, y sin olvidarme ni un solo día de él. Menuda tortura.
En estos 9 meses me he reído con él, he llorado por él y me he avergonzado de mi misma, como cuando una de mis compañeras de piso tuvo la cortesía de contarle todas mis caídas, y cualquiera que me conozca sabe que son numerosas y aparatosas, o como cuando le saludé por la calle sin voz, esa soy yo, sí, por lo menos soy cómica.
De esos 9 meses, 4 han sido sin él, 2 en verano y 2 en invierno, la gente siempre dice que la distancia es el olvido, pues… es obvio que conmigo no ha funcionado, porque después de dos meses aquí estoy contado las horas que se suponen que quedan para verlo. ¡Maldita enferma mental!
Omar es mi barman favorito, y un espíritu que vaga sin descanso por mi cabeza, por ello cada vez que puedo me paso a que me sirva una cañitas, arrastrando conmigo a mis pobres compañeras, que cualquier día me mandan a la mierda, y con razón. Así pues, paso una gran parte de mi tiempo o bebiendo cañas o espiándole por la ventana. Es obvio que este chico va a acabar con mi salud física y mental.
Cuando me enteré de que se iba dos meses a su país casi me da un síncope, y cuando le vi haciendo la maleta, sí, lo vi, porque erase una vez una ventana a una mujer pegada, me entró una de esas lloreras incontrolables a la que siguió su correspondiente moña, porque hay veces que el alcohol sí que lo arregla todo.
Así que después de tanto, he decidido por lo menos ponerle mi toque de humor a esta historia y compartir mi obsesión con el mundo, para que el mundo también pueda reírse de mi, jiji.

מרינה