domingo, 25 de enero de 2009

Capítulo 1.

Quedan 38 horas y 42 minutos para que empiecen los días críticos, es decir, los días en los que puede que llegue Omar, ese colombiano que me ha hecho perder la cabeza, las bragas y todo lo demás y me ha robado el pistacho (el corazón) sin consideración alguna.
Esta historia comienza en Mayo de 2008, mes de exámenes, fue la primera vez que lo vi, a pesar de que ya llevaba como unos 8 meses viviendo en frente de él. La primera vez que lo vi fue por la calle, yo sentada en una mesa del después denominado OmarBar y él llegando a su trabajo, pantalones negros y chaqueta verde.
Parece imposible quedarte prendada tan de repente, ¿eh?, pero sí, no se cómo, pero sucedió. Desde ese día mi vida ha transcurrido entre alegrías y penurias, y por supuesto ridículos, y sin olvidarme ni un solo día de él. Menuda tortura.
En estos 9 meses me he reído con él, he llorado por él y me he avergonzado de mi misma, como cuando una de mis compañeras de piso tuvo la cortesía de contarle todas mis caídas, y cualquiera que me conozca sabe que son numerosas y aparatosas, o como cuando le saludé por la calle sin voz, esa soy yo, sí, por lo menos soy cómica.
De esos 9 meses, 4 han sido sin él, 2 en verano y 2 en invierno, la gente siempre dice que la distancia es el olvido, pues… es obvio que conmigo no ha funcionado, porque después de dos meses aquí estoy contado las horas que se suponen que quedan para verlo. ¡Maldita enferma mental!
Omar es mi barman favorito, y un espíritu que vaga sin descanso por mi cabeza, por ello cada vez que puedo me paso a que me sirva una cañitas, arrastrando conmigo a mis pobres compañeras, que cualquier día me mandan a la mierda, y con razón. Así pues, paso una gran parte de mi tiempo o bebiendo cañas o espiándole por la ventana. Es obvio que este chico va a acabar con mi salud física y mental.
Cuando me enteré de que se iba dos meses a su país casi me da un síncope, y cuando le vi haciendo la maleta, sí, lo vi, porque erase una vez una ventana a una mujer pegada, me entró una de esas lloreras incontrolables a la que siguió su correspondiente moña, porque hay veces que el alcohol sí que lo arregla todo.
Así que después de tanto, he decidido por lo menos ponerle mi toque de humor a esta historia y compartir mi obsesión con el mundo, para que el mundo también pueda reírse de mi, jiji.

מרינה

2 comentarios:

Oli dijo...

maritroooon!!!
jajajja, joer con omarrrr, aber su vuelve ya y retomamos la rutina de cañas en el abascal.
será tuyo! lo presiento!

We need to keep on going dijo...

No te preocupes por tus compañeras porque te acompañan con ganas....sobre todo una que es un alcoholica desde que nació.....DENTRO DE UN MES ESTOY AHI PARA VEROS
vaaaaaale.....nos iremos a tomar una caña....;)