viernes, 27 de febrero de 2009

Capítulo 28.

Finalmente hoy llego a la apatía más absoluta, combinada en determinados momentos con la mala ostia más profunda, y así dejo que el viento me lleve por toda la ciudad.
Intento no ser sincera conmigo misma, y no analizo el porqué de tan mal humor y agresividad, poco usual en mí, porque en el fondo de sobras sé qué es, por mucho que no quiera reconocérmelo. Eso sí, intento ver la luz al final del túnel y me digo, oye, si todo lo que sube baja, esto que ha bajado ya subirá, y me hago un montón de propósitos para mañana, de esos que al final nunca cumples, ni mañana, ni dentro de un mes.
La cerveza belga que me tomé ayer me dejó sumamente perjudicada, tanto que por la mañana no puedo despegarme las sábanas y llego a plantearme si pasé la noche en mi cama o en un ring de boxeo, porque me duelen hasta la pestañas.
Por fin me decido y me voy a clase con mi lentitud habitual, por supuesto que a ese paso llego tan tarde que me digo, de perdidos al río, y así, hecho la mañanita en la cafetería y de paso consigo que la culpabilidad me persiga por ser una zángana como la copa de un pino.
Decido airearme las ideas y darme un paseíto con Joy, tan aireadas las tengo que no se me ocurre otra cosa que preguntarle que qué haría en ese mismo momento si fuese un hombre, y ella me contesta, sería el señor X y hablaría conmigo. Yo, muy indignada, le replico, ay chica, pues qué sosa, yo sería Omar y, por supuesto, me besaría, ahí iba yo a estar perdiendo el tiempo. Joy sólo me mira, y, ésta vez, el que calla no otorga, más bien la que calla acaba pensando que últimamente no tengo la azotea demasiado bien amueblada.
Nos cruzamos con unas chicas, sólo las oigo que dicen, uff cualquiera que nos oiga ¿qué va a pensar?, y como yo soy más chula que un ocho y tengo hoy precisamente los humos muy subiditos, me vuelvo y les digo, pues qué van a pensar, que sois tontas de
cojones. ¡Que nooooo! Lo pienso, lo comento con Joy, que ya no sabe ni cómo mirarme, pero me callo, porque a este paso, algún día me comeré un buen sopapo, y encima con razón.
מרינה

jueves, 26 de febrero de 2009

Capítulo 27.

Después de tres días metida en casa, que más que persona parecía un expendedor de mocos, por fin me animo a ir a la facultad. Mejor, porque entre la ventana de Omar, el cabreo que llevo con el inútil este, y el odio que estaba empezando a surgir de lo más profundo de mi y dirigido a todo el mundo en general, sin ningún motivo en concreto, es decir, que era claro fruto de mi gripe, estaba empezando a avinagrarme.
Como todos los días, entro en el metro y hago el repaso matutino de friquis ¡toma! Uno de los mejores de todo el año. Una nena que en su casa no dan abasto para comprarle colorete, es más, los científicos se la rifan para probar con ella la nueva operación de cirugía estética, el colorete permanente. Desde los ojos, rodeando la mandíbula, hasta la boca, es decir, todo el moflete, pero entero, entero, de color rosa, más rosa que… que… no sé, algo muy rosa. Todo el vagón mira a la pobre chica, claro, como para no verla, si es que parece una pared pinturrujeada por mi prima la pequeña, no, mi prima la hubiese pintado mejor, Picasso la hubiese pintado mejor. O eso, o que la chica ha dejado de pagar la factura de la luz, que, tal y como están las cosas últimamente, tampoco me extrañaría.
Me escondo detrás de la carpeta y me hecho unas buenas risas a costa de la pobre caperucita. Cuando salgo del vagón me entra la poca culpabilidad que me puede entrar esta semana, porque debería de haberle dicho algo a la desdichada chica y no permitir que se pasease por toda la ciudad así. Por las barbas de Cristo, si sólo le faltaban la caperuza y la cestita con pasteles. Bueno, la verdad es que mejor meterme en mis asuntos y dejar a la chiquilla que vaya por la vida como a ella más le guste. Quizás tiene aspiraciones a Drag Queen, y yo, desde luego, no soy quien para juzgarla.

מרינה

miércoles, 25 de febrero de 2009

Capítulo 26.

Recibo una de las memorables llamadas telefónicas de la abuelita. Después de decirme mil veces que coma, que no salga a la calle de noche, que pasan muchas cosas, que ha visto en la tele no sé qué, que no me fíe de nadie, vuelve al mismo tema de siempre, y me dice que está muy preocupada.
La mayor de las incongruentes preocupaciones de la abuelita es que yo no tenga novio. Su intelecto le dice que soy una solterona ahora y lo seré de por vida, y quién sabe, quizás no vaya tan desencaminada. Lo que escapa a su razón es que yo no voy a ir contándole quien pasa o deja de pasar por mi vida, porque abuelita tiene una lengua de trapo y si te tiene que decir que eres un putón verbenero, pues te lo dice y se queda más ancha que larga.
Pero como hoy estoy graciosilla estoy a puntito de contarle la historia del peru, que ya se la había contado anteriormente a mi madre. Finalmente me sujeto y no le digo nada pensando en su salud y sobre todo porque a los diez minutos ya se habría enterado todo el pueblo de que tengo un novio peruano, y en un pueblo esos lastres no se quitan ni con disolvente.
Como mi madre también es bastante pesadita con ese tema un día me dio por decirle que sí, que tenía novio, y que lo llamaban el peru. Claro, la pregunta era obligada, ¿el peru? ¿De qué? Y yo, pues de qué va a ser mamá, de peruano. ¿Peruano? Sí, mamá, peruano. Ay, hija, que yo no tengo nada en contra de los peruanos, pero… Le pongo mala cara y ella me dice, bueno, habrá que aceptarlo. Aunque la cara descompuesta no le cambia. ¿Y cómo le conociste? Pues nada, allí, en los chiringuitos de Príncipe Pío, que vende bufandas, guantes, pendientes… ay mamá, es más majico, pequeñico, morenico, vamos, peruano. Veo que a mi madre se le ponen las tripas del revés, pero yo me doy la vuelta disimulando la risa y la dejo en la cocina sumida en una gran turbación, hasta que horas después le cuento la verdad a la pobre mujer.
Pensándolo bien, la historia no se aleja tanto de la realidad, cambiemos peruano por colombiano, y chiringuito por bar, y voilá, el resultado obtenido se llama Omar.
מרינה

martes, 24 de febrero de 2009

Capítulo 25.

Se reúne hoy el consejo de sabios y se llega a la conclusión por unanimidad de que todo el mundo es idiota, menos nosotras tres, claro. Y es que aquí cada loco con su tema y cada una justifica su enfadado y sus frustraciones con las coartadas más estúpidas e insulsas.
Quedo para ir a Omarbar, y como hoy estoy muy perra, muy dejada, me bajo en chándal, con la cara de perro muerto, granito incluido, a sabiendas de que cuanto más cutre voy antes me encuentro a Omar, y esa regla es de las que siempre se cumplen.
Efectivamente, al ratito aparece Omar por el bar con unos amigos que no había visto en la vida. Nos dedica un seco hola. Pero, pero, pero ¡¡será idiota!! Otro más, y la lista de idiotas sigue aumentando. ¡¡Será tonto del culo!! Vienes a mi casa, poco menos que te ponemos la alfombra roja y tú nos concedes un triste e indiferente “hola”. Anda guapo y que te den por el culo. Me doy cuenta de que Omar pasa de mí como de la mierda, porque está muy entretenido con sus amigotes y ni siquiera me mira cuando paso por su lado.
No voy a decir que no me ha jodido, porque no sería verdad, pero no como creía que me iba a doler. Lo peor es todo el tiempo que le he dedicado, esos 10 meses de sufrimientos en vano, con poquitas alegrías en realidad. Así que salgo del bar pensando que él se lo pierde.
Pasamos por el otro bar donde trabaja su amigo el Parras. En dicho bar trabaja también otro espécimen de origen árabe que siempre que paso por allí me mira y me sonríe porque piensa que yo le miro a él, pero noooo, yo pierdo mi tiempo buscando allí a Omar. Hoy decido que ya no quiero que me mire más, hoy vas a flipar chaval, fijo que ya no me vuelves a poner esa sonrisita. Así que cuando ya he pasado y le doy la espalda, como sé que me está mirando el culo, me lo rasco con toda la ordinariez, que hoy me sale del alma, y como me parece poco hago como que me saco la braga del culo. Ala, ahí te queda eso.

מרינה

Capítulo 24.

Decido ir a clase, estoy griposa perdida pero a esas horas de la mañana en las que todavía no rijo con claridad me debo de creer una super mujer que puede con todo. Cuanto más me alejo de casa por la calle más me arrepiento de haberme levantado de la cama. Que oye, cualquier otro día paso de ir a clase, pero hoy se me había metido en la mollera que iba y punto. Acabo rebozándome por toda la mesa de clase, porque no puedo ni con mi alma, y finalmente me quedo dormida en la cara de la profesora. Me encuentro tan mal que obligo a mis amigos a que me den un abrazo antes de irme a casa.
En el transcurso de la tarde me voy irritando poco a poco y acabo enfadada.
Enfadada con las partículas víricas que contiene el aire, que hacen que la gripe se propague a lo largo y ancho de la península llegando hasta mí y dejándome todo el santo día tirada como un trapo y haciendo que los tres metros que separan mi cama del sofá me parezcan los 100 metros lisos.
Me deja tan abatida que hasta dejo la partida del Trivial a mitad y permito que alguien me gane. Lo nunca visto, abandonar yo un juego. Que para otras cosas seré una cagona, pero en los juegos de mesa pongo toda la carne en el asador, saco las uñas si hace falta y no suelo asumir la derrota con buen talante. Si es que ganar a juegos es una de las mejores cosas del mundo, aunque también tener razón y sobre todo, decir después “te lo dije”.
Enfadada con Omar, porque albergaba la esperanza de que como me diste plantón el otro día te alcanzase para proponerme tú algo, y acabases llamando a mi timbre y preguntando por mí. Pero no me has venido a buscar, ni a acompañarme en mi enfermedad, y ya sé que tú no sabes que estoy malita, ya sé que no tiene sentido que piense eso, pero nadie me dijo que el amor fuese lógico.
Enfadada con el mundo, bueno, con parte él, pero sobre todo, enfadada conmigo misma. Me tranquilizo y me digo, bienaventurados los que no esperan nada, porque nunca serán defraudados. Pues ale, a ver si me aplico el cuento.

מרינה

domingo, 22 de febrero de 2009

Capítulo 23.

Me despierto por culpa del sol todavía borracha. Me encuentro en la almohada una copia de mí misma aunque un poco más desfigurada que yo, bueno todavía no me he visto la cara, por tanto no es tan descabellado pensar que tal vez yo sea la desfigurada y no la chica de la almohada. La parte buena es que como todo el maquillaje se ha quedado pegado en la tela ya no me tengo que lavar la cara, que noooo, hombre, que me meto a la ducha del tirón a ver si me quito este empane que llevo.
Me levanto un poco mareada y muy cabreada porque aun es muy pronto. ¡Ostia! ¡Dios existe! ¡¡¡He recuperado la vista!!! Parpadeo unas cuantas veces incrédula, pero no resulta una tarea tan fácil, tengo los ojos como cristalizados. Ya sé lo que pasa aquí, pero qué coño voy a recuperar yo la vista, si es que tampoco me quité las lentillas.
Pero qué desastre, no quiero ni saber qué es lo que hice con el resto de mi cuerpo durante las pocas horas que aguantó la mezcla explosiva de Martini-calimocho-vodka.
Recuerdo a esta pequeña mariquita revoloteando entre la gente y dándole golpes a todo el mundo con las alitas que al final se rompieron, o me rompieron, porque seguramente todo el mundo estaba hasta las narices de que cada 5 minutos les diese en toda la jeta. Recuerdo fotos con superhéroes, abrazos con trogloditas, reencuentros con sevillanas, un Ferrero Rocher alcoholizado en proceso de transformación a Mon Cheri, un Superman con su capa ondeante diciéndole a dos mariquitas “si os crreeis que os vais a librrarr de superrman lo llevais clarro” y llevársenos a las dos en brazos. Aunque también me acordé de los incondicionales que me faltaban este año ¡¡mis tirolesas!!
A la mariquita pronto le retiraron el carnet de piloto aéreo, pues excedía sobremanera la tasa de alcohol permitida para altos vuelos, viéndose obligada a repostar. La multa no fue la retirada de puntos, más bien una resaca considerable que me acompaña en mi viaje a Madrid y me hace volver a decirme un vez más la famosa frase “no vuelvo a beber”

מרינה

viernes, 20 de febrero de 2009

Capítulo 22.

Bueno, quizás ayer exageré un poco. La verdad es que sí que debió quedar con un amigo porque no lo vi en toda la tarde por su casa, y no creo que vaya escondiéndose. Y sí, finalmente me rendí y miré por la ventana, era superior a mis fuerzas, si es que qué débil soy de verdad, qué poca fuerza de voluntad.
Eso sí, vale que haya quedado con un amigo, pero a mí me propone Omar hacer algo y dejo tirado a quien sea. Pero bueno, no voy a rendirme, de momento, si no le gusto, cabe la posibilidad de que no se haya fijado en mí, así que quizás puedo hacer algo todavía, aunque lo mismo me cuesta otros 10 meses volver a proponerle algo.
Decido aprovechar este día sola en casa y me rodeo de la compañía de Bonny Tyler, Donna Summer y todos estos del año la polca. Me calzo mis mejores tacones, que me quedan estupendos con los calcetines de rayas, botella de coca-cola en mano, que hace las veces de micrófono y me paso dos horas bailando, saltando, berreando, haciendo el gamberro por casa, tronando a los vecinos. Cuando llega “por qué te vas” de Jeanette lo vivo tanto que acaba entrándome la llantina y termino con los ojos que parecen los de la novia cadáver. Hasta que llega mi preferida, I need a héroe, que es cuando ya me suelto la melena completamente, me invento el inglés, dejo de cantar y paso a los chillidos. Finalmente lo dejo porque ya no puedo ni hablar y me tiro en el sofá agotada como si fuese una morcilla.
מרינה

jueves, 19 de febrero de 2009

Capítulo 21.

Como hoy he decidido darle un giro a mi vida decido cambiar también de camino, y en lugar de ir por la calle de Omar, vuelvo a casa por la rivera del río. Cuando llego a la puerta te veo entrando en tu portal. Mierda, cambio un día de camino y tú te vas por el otro, te me podría haber encontrado, aunque menos mal, porque no es lo mismo decir las cosas a cinco metros de distancia que a medio.
Como conozco ya casi todos tus pasos sé que nada más entrar en casa saldrás al balcón. Espero unos segundos y salgo. Me río en mi fuero interno porque no me he equivocado, ahí estás.
Me lanzo, me tiro a la piscina, sin flotador, sin chaleco salvavidas, sin unos tristes manguitos, sin nada de nada, pero ahí voy. Abro la ventana, nos saludamos y te digo, ¿oye te apetece que hagamos algo hoy? sospecho que voy a estar bastante aburrida. Es que he quedado con un amigo.
La madre que te parió. Diez meses madurando la idea de si te decía esta mierda de frase o no, por fin me decido, y a ti te cuesta exactamente dos segundos acabar con esos diez meses de meditación.
Estoy a punto de quitarme la zapatilla y lanzártela a la cabeza con toda mi furia, o ponerme a llorar como un parvulito que no quiere que su madre le deje en el cole, pero soy una señorita, cuando cruce el umbral de la puerta de la terraza es posible que se desencadene el segundo diluvio universal, pero por el momento te dedico la mejor de mis sonrisas y te digo que otro día será.
Llamo a Joy en estado de alerta máxima, necesito algún tipo de apoyo moral. Hablo atropelladamente y con la risa histérica de las narices, no sé si Joy consigue descifrar lo que le estoy contando, así que mi pobre niña hace lo que puede.
Es cierto que lo mismo ha quedado con un amigo, pero también hay un 50% de posibilidades de que sea una excusa barata, sea cual sea, lo cierto es que es suficiente ridículo por hoy y creo que también voy sobrada para los próximos meses.
Decido comenzar un encarcelamiento voluntario en casa, me escondo detrás del sofá, donde pienso pasar toda la tarde viendo la tele. De más está decir que no pienso acercarme a ninguna ventana y cada vez que pase por delante de la terraza pienso ir a gatas. Si me lo encuentro juro que allí mismo me cabo un hoyo en el suelo tan hondo como pueda y me meto en él.

מרינה

miércoles, 18 de febrero de 2009

Capítulo 20.

Después de cinco días ya me han quitado de en medio de la ventana de Omar la cortina tendida, que debía de estar ya tiesa, que poquita consideración, de verdad. Así que vuelvo a tener el campo visual libre de obstáculos. Menuda alegría, porque de vez en cuando ¡¡ayyyy Omar que rico sin camiseta!!
Me escondo en la oscuridad de mi terraza para echar un vistacillo, no está, pero no pierdo la esperanza de que salga en el último segundo, así que en vez de darme media vuelta y a otra cosa mariposa, voy dando pasos hacia atrás. Retrocedo, retrocedo, retrocedo, y finalmente acabo dándome un buen estacazo en la cabeza contra la pared. Calculo que entre las neuronas ocupadas en pensar en Omar, que son muchas, las que pierdo en los golpes provocados por Omar, y las que mueren a causa de los cubatazos de Martini solo que me meto en el cuerpo, me quedan ya muy pocas útiles para el resto de las actividades de la vida cotidiana. Me voy palpándome la cabeza, no ha sido para tanto, así que me alegro de no tener que lamentar daños mayores, como la última vez.
Me encontré a Omar en el bus y fuimos juntos por el camino a casa, cuando entré en mi portal estaba tan alterada, que al abrir el buzón, con la emoción del momento, no calculé bien la distancia entre la frente y la puerta de éste y… ¡drush! Menuda ostia más indigna, con la puerta del buzón, no me jodas. El resultado fue un chichón que me acompañó durante dos días, aunque menos mal que no fue de estos que van cambiando de color repasando toda la variedad de rojos, morados, verdes y amarillos.
Después del subidón de ayer me paso el día barajando la idea de proponerle salir mañana por la tarde si se dan las circunstancias adecuadas, es decir, que yo esté en la terraza, lo cual es seguro; que él salga al balcón, probable, que yo reúna las fuerzas necesarias para levantarme de la silla, abrir la ventana y proponerle algo, cabe la posibilidad, que me mande a tomar viento… no quiero ni pensarlo.

מרינה

Capítulo 19.

Omar Steven, menudo nombre tiene, me suena a telenovela de las que me hacía ver mi abuela cuando era pequeña al llegar del cole, así que en ese caso yo me pido ser Marina Alejandra. Omar Steven y Marina Alejandra, no suena tan mal ¿no?
La pregunta del millón es cómo he conseguido esa información, pues fácil, y para toda la familia. Estaba yo jugando a la Play Station, que estoy completamente viciada al Need For Speed, y Omar ha salido al balcón, y Oli, ni corta ni perezosa ha salido a la terraza y le ha dicho, ¿te vienes a jugar a la Play? Y el otro, vale.
Yo no me lo podía creer, voy gritando por casa, me pongo a recoger como una poseída la cocina, todo tiene que estar perfecto, pero que tampoco se note que he estado recogiendo para la ocasión, me fumo un cigarro de una sola calada y, piiiiiiiiiiii, suena el timbre, ¡ya está aquí!. Me miro al espejo, me hago un repaso general, lorcitas bien disimuladas, peritas bien colocadas, ¡no se mueve ni un pelo!
Llega a casa, y aunque no lo parezca, no paro de temblar, creo que he llegado a un estado crónico de tembleques que no se me pasa hasta dos horas después de que se vaya. Nos sentamos en el sofá para echar una partida a la Play, estaré como un flan, pero a mí a la Play no me gana ni Dios, así que no me dejo amilanar por su presencia, y le meto una paliza que lo dejo fundido.
De repente mis compañeras dicen que se bajan al chino a comprar cerveza y me quedo de un color aún más blanquecino, si cabe, del que tengo. Malas pécoras, dónde coño vais, cómo me voy a quedar yo sola con él, qué hago, qué le digo, si ya me cuesta mirarle a la cara. Se cierra la puerta, vale que no cunda el pánico, un-dos-tres yo me calmaré, cuatro-cinco-seis todos lo veréis. Consigo controlar mínimamente la situación y no tirarme por la ventana y comienzo una conversación con él acerca de su casa, su familia, etc…
Por fin llegan estas, y con ayuda de la cerveza me voy relajando un poquito, no del todo, porque estaba tan tensa que parecía que me hubiesen metido un palo por el culo. Pero bueno, la primera velada con Omar, transcurre tranquila, entre risas, anécdotas y la ficha técnica que le hace Oli, que más que mi compañera de piso y gran gran gran amiga, y en ocasiones, también ángel de la guarda, parece un interrogador policial.
Así, después de más de dos horas disfrutando de su compañía abandona nuestra pequeña morada, parece que se lo ha pasado bien. Vamos a despedirlo a la puerta, bueno, voy, porque cuando me doy la vuelta para ver si me siguen, me he quedado más sola que la una, le digo adiós y que vuelva cada vez que se aburra a coger práctica con la Play, porque el equipo de Olalla y Joy prodigiosamente ha conseguido ganar al de Omar Steven y Marina Alejandra, y eso sí que no se puede consentir.

מרינה

lunes, 16 de febrero de 2009

Capítulo 18.

Todo el mundo conoce las pesadas puertas del metro, más bien parecen, en cuanto a peso, los portones del castillo, por tanto cuesta abrirlas, bueno, a mí me cuesta, no tanto a la señora que hoy me ha empotrado contra ellas y me ha dejado de pegatina.
Abría la puerta, o eso intentaba, cuando de sopetón he notado un fuerte empujón que me ha dejado incrustada a ella, y todavía no logro averiguar cómo narices han conseguido abrirla conmigo pegada. Vamos que me han empujado contra la puerta hasta que ésta se ha abierto, y ahí me han dejado, de cartel publicitario.
Me doy la vuelta ardiendo de ira para mirar a los ojos al desgraciado que me ha pasado por encima y me encuentro con una señora, y digo señora, porque ya estaba entrada en años, no era ninguna niña, es más, ella misma seguro que tenía ya varias niñas, y mayorcitas. Como es una señora me controlo y no le digo nada, sólo le hecho una mirada en plan Jack el destripador.
Por la tarde decido no coger el metro y preservar mi integridad física, así que me doy un paseíto desde el centro hasta el barrio. Camino tranquilamente hasta que diviso unos pantalones masculinos extrañamente anchos por los bajos, subo la mirada y veo a alguien de origen sudamericano, todo encojidito, con una gorra. Las lupas nuevas no incluían visión nocturna, así que hasta que no lo tengo encima no me doy cuenta de que es Omar. Ja, menudos pantalones, a este Adonis los dioses no le dieron el don del mínimo estilo, y lo peor es que a mí no me importa, con lo que yo he sido siempre para estas cosas.
Como siempre, corta de reflejos. Me saluda, yo me quedo helada y al rato me quito los cascos torpemente. No se me ocurre otra cosa para entablar conversación que preguntarle que a dónde va con este frío, seguro que ha pensado, pero a esta tía qué narices le importa dónde voy. Y tiene razón, y es que ya no se si estoy más mona cerrando la boca y pareciendo idiota, que abriéndola y demostrando que lo soy, pero el pobre como es muy bueno me dice que va a internet. Así que yo me voy a casa maldiciéndome por mi bocaza y con la paranoia (deducida de sus gestos) de que me ignora, aunque, naturalmente, no me va a bailar una sardana cada vez que me vea por la calle. Buah, en fin, basta de pensar por hoy.
Antes de irme a dormir me acerco a la ventana, como de costumbre, y le doy las buenas noches a Omar, las que nunca contesta porque nunca oye, y le digo, ¡nada de soñar con los angelitos, eh! Sueña conmigo, porfi.

מרינה

Capítulo 17.

Hoy, a mis 22 años, he descubierto un deporte que se me podría dar bien. La historia empezó en mayo o junio, cuando íbamos las 3 marías por la calle, obviamente hacia OmarBar, y nos encontramos unos monopatines, en la basura. Por supuesto, feos, cutres y más llenos de mierda que el rabo de una vaca, pero como nos hicieron mucha gracia pues nos los llevamos. Indescriptible la cara de Omar cuando nos vio llegar haciendo el gamba con los monopatines, seguro que pensó que nos habíamos caído de un guindo.
Como todo, al principio estábamos súper emocionadas, tanto que Oli y yo aparecimos unos cuantos días más por el bar con lo que Omar llamó patinetas, nos íbamos a practicar a la rivera del río y todo, pero claro, con los ostiones que nos metimos, al final nos cansamos de llegar a casa hasta el culo de moraduras.
Pero hoy Joy y yo lo hemos retomado, la verdad es que yo no estaba del todo convencida, Dios me honró al nacer con mucha torpeza, y salía de casa con la firme convicción de que cuando volviese sería con un piño, o unos cuantos, de menos, y mi madre acabaría matándome por la pasta que me iba a dejar en el dentista, todo por no hacer las cosas a su tiempo, es decir, con 10 años. Y aunque parezca increíble, no me he caído ni una sola vez, algún tropezoncillo, pero nada. Vamos, que a estas alturas de la película y yo con el monopatín bajo el brazo por la vida.
Suerte que no nos ha visto Omar otra vez con los monopatines, la verdad es que hoy no se ha dignado a aparecer en todo el día, y encima me han tendido una cortina justo en frente de su ventana, y que lleva ahí desde ayer, ¡por Dios que se va a quedar petrificada! Y, ¡qué coño, que me quita todo el espectáculo!
Quizás Omar esté de resaca, puede ser que ayer saliese, con su amigo el parras, a un local de esos salsones que le van a el, y supongo que se arrimaría al whisky demasiado, espero que no a otras cosas.

מרינה

domingo, 15 de febrero de 2009

Capítulo 16.

Hoy, 14 de febrero, ese día que todo el mundo conoce quiera o no, he decidido tirar a la basura a mi otro amor, no, no a Omar, si no una tarta Royal que llevaba desde mediados de diciembre en mi nevera.
Y es que ya le había cogido mucho cariño, abría la nevera y era como si me saludase, ahí estaba ella todos los días. Creo que en mi subconsciente esperaba que de ella surgiese una micro-civilización, como en el capítulo de los Simpsons en el que Lisa crea una mini sociedad a partir de un diente con coca-cola. Bueno, no ha podido ser, mis compañeras de piso me pedían a gritos que la tirase, y mira que yo me he resistido, pero finalmente me han vencido, no teníamos ningún futuro.
La verdad es que ha sido muy dura la despedida, claro, después de tanto tiempo, me he quedado un rato a solas con ella y le he dicho, bueno pequeña, esto es el fin, pero, siempre te llevaré en el corazón, y te prometo que cada vez que abra la nevera me acordaré de ti, será como si no te hubieses ido, porque todavía te visualizo, dura y con mal color, en el último aparador. ¡Qué grandes momentos tú y yo!
Yo notaba que negabas la realidad, no querías irte, yo lo sé, porque te he tenido que tirar a la basura con plato incluido, no había manera de que te despegaras, al menos has luchado hasta el último momento aferrándote al plato, pero ya sabes, pequeña, que esta relación no podía ser.
Y no penséis que soy una guarreta, en realidad soy bastante pulcra, incluso puedo llegar a ser un poquitín maniática, que le pregunten a mis pobres compis, pero es que todo el mundo tiene que tener su punto débil, y el mío, era la tarta.

מרינה

viernes, 13 de febrero de 2009

Capítulo 15.

Estoy hasta las narices de estudiar, en realidad sólo me queda el último empujón y terminamos mañana con hebreo, pero decido pasar del tema, considero más útil en ese momento ir comprarme el vicio porque estoy hoy muy insoportable. Me pongo el abrigo, cascos a todo trapo y me miro veinte veces en el espejo antes de salir de casa, aunque sólo voy al estanco, pero al que está más lejos de casa, a ese ya no voy en pijama.
Voy con mi empane habitual y canturreando porque no me importa que la gente me mire porque canto por la calle. Levanto la vista y ¡¡¡¡¡grrrr ayyyyy Oma-r que rico!!!!! Un escalofrío me recorre el cuerpo, ¿Qué hago? ¿Cómo lo saludo? Me cruzo con él y con su amigo el parras (denominado así porque siempre está en babia el pobre hombre) y me saluda, pero yo me he quedado tan petrificada que sólo me sale mi ya conocido saludo sin voz. Veo que me dice algo más y cuando logro reaccionar me quito lentamente los cascos. Lo típico, hola, hola, qué tal, bien, bla bla bla. Pero a mi me vale. Me voy con la sonrisa de inútil puesta en la cara, esa que aunque quieras no te puedes quitar, pensando ¡bendito tabaco que me has hecho encontrarme con Omar!
De sobras sé que luego estará en el bar tomándose algo, así que me lo monto como puedo para ir, y, efectivamente, cuando llego al bar, ahí está, le saludamos desde lejos pero el corazón me dice que me acerque. Hago acopio de todo el valor que puedo en esos pocos segundos y me acerco. Estoy temblando, pero me quedaría allí eternamente, de pie, hablando con él. A ver si me entero de qué ha estado haciendo estos dos meses, porque claro en la distancia lo del espionaje no funciona.
Y hubiese hablado mucho más con él si no fuese por un idiota que se ha acercado para saludarlo y me ha estropeado el momento. Cuando lo he visto casi me doy la vuelta y le cruzo la cara, ¡ahora que me había decidido! En fin, que me despido y me siento a tomarme mi caña. Otro día será, pero yo me voy a casa más contenta que unas castañuelas.

מרינה

jueves, 12 de febrero de 2009

Capítulo 14.

Me mentalizo para montarme en uno de los míseros autobuses que me suelen tocar. Llego a la puerta y me doy cuenta de que vamos a ser cuatro gatos en el viaje, de lo cual me alegro, y como siempre me dispongo a hacer el análisis clínico de especímenes. Veamos, dos prototipos de “intento ser un tío muy duro, pero en realidad soy un cacas y un chulito de barrio bajo que cuando tiene que dar la cara agacha las orejitas”, y por lo que oigo se han olvidado las llaves de casa, jajaja, pobres diablos; una negrita que la veo algo obsesionada con el cordoncillo de su camiseta, pues en poco rato la he visto varias veces atarlo y desatarlo, y en los ratos en que el cordón no la tiene cautivada lee una Biblia, estoy a punto de preguntarle cuál es su libro favorito y decirle que el mío es el libro de Ruth, pero me digo, contrólate si no quieres que la gente piense que eres una beata, lo cual no es ni remotamente cierto, sólo friqui; también hay una chica que va con su novio, parecen normales; prosigo con la revisión y…¡oye!¡tú no estás nada mal, eh! Le hago un exploración más profunda y descubro unas botas al estilo leñador, ¡uff! Eso si que no me lo esperaba, quizás en la zona montañosa sean el último grito chico, pero por estos lares… no sé yo qué decirte, el caso es que has perdido todo tu posible atractivo.
Dentro del autobús de vez en cuando me vienen oleadas olor pedo y olor chorizo, tan estimulantes, pero yo no dejo de pensar en que ya nos acercamos a Madrid. Me imagino 10.500 maneras de encontrarme a Omar, aunque yo siempre digo que si lo piensas no pasa, pero era inevitable no fantasear un poco, o mucho, y mi teoría se cumple, indudablemente.
Me meto en el metro, y para variar las escaleras mecánicas no funcionan, resoplo, me indigno, pero no me quedan otros huevos que coger esta maleta, que si no la hubiese hecho yo juraría que lleva un cadáver dentro. Me cago en el de delante, el de detrás, el de la izquierda, el de la derecha y en todo el mundo, porque aquí ya te pueden ver con las tripas fuera que no te ayuda ni Cristo.
Me voy jurando en hebreo y me meto al vagón adosada a una mujer que parece que cogió la maquina del tiempo hace 30 años y apareció de repente en el 2009, ¡por Dios! ¡Los flequillos de rulo deberían estar penados! Como le ha parecido poco lo del flequillo me bosteza en toda la cara, abre tanto la boca que esa señora ya no necesita este año ir al dentista, lleva 5 empastes para ser exactos, todos en estupendas condiciones.
Llego al barrio y saco el radar, tengo todo controlado, nadie cruza la calle antes de que yo me de cuenta, pero todos estos controles no hacen que Omar aparezca por casualidad, así que en cuanto logro subir al cadáver a casa después de cuatro pisos sin escaleras y recupero el aliento me pego a la ventana a ver si consigo verlo, pero hoy no va a haber suerte. Me rindo chico, porque tienes su lógica que a las 11 de la noche no salgas al balcón.
מרינה

martes, 10 de febrero de 2009

Capítulo 13.

Miro hacia atrás y veo que siempre he sido una chica tristona, demasiados problemas confundían mi débil moralidad, demasiada gente me hacía tropezar en el camino, y demasiadas lenguas viperinas atentaban en mi contra, y yo, ignorante de mí, aún les dejaba.
Demasiadas malas compañías, demasiado consejos vacíos, de intenciones, de voluntad, demasiado tiempo esperando algo que nunca llegó, demasiado tiempo buscando a alguien que me estuviese buscando, demasiado tiempo perdido que podría haber invertido en darle la vuelta a la tortilla, y a la tristeza dar alegría por la vida, a los problemas una solución, a la debilidad firmeza, seguridad, a la gentuza la espalda, a las lenguas viperinas su propia medicina, y al tiempo, utilidad. Y sobre todo fuerza y valor que he ido recolectando durante todo este tiempo, y que poco a poco van floreciendo este jardín que he aprendido a cuidar y a querer. Porque amigo, si tú no riegas y abonas tu propio jardín, nadie lo hará.
Es lo que tiene leer el diario de la adolescencia, que te pones muy reflexiva, y seguramente no sé ni qué digo. Aunque hoy la vida me sonríe, ¡¡que ya ha vuelto Omar!! Se nota que me he dejado en casa unas buenas espías, porque tienen buena profesora que si no...
מרינה

lunes, 9 de febrero de 2009

Capítulo 12.

En ocasiones tengo ideas poco comunes, y en muchas ocasiones estas ideas se me vuelven a ocurrir (porque yo no suelo escarmentar) como la de meter los huevos en el microondas. Ya he tenido varias experiencias con huevos explosivos, pero en el momento en que vuelvo a meter otro huevo en el microondas no me acuerdo que ya me han explotado otras veces.
Esa ha sido mi gran idea del día. He cocido un huevo, en agua, como los de toda la vida, y, como bien sabido es, no soy muy hábil en la cocina, así que he sacado el huevo del agua cuando a mi más bien me ha parecido, y claro no estaba hecho, y me he dicho a mi misma, oye, pues si la comida se calienta en el microondas, ¿por qué no el huevo y así se termina de hacer? ¡¡Porque no!!¡¡Inconsciente de la vida!!
Así me ha ido. Cuando he sacado el huevo del microondas me ha pasado por la cabeza como una película la última vez que me explotó un huevo dentro del microondas y el huevo se quedó como estalactitas, o la última vez que me explotó un huevo en la puta cara. Me he quedado muy quieta, porque de repente he comprendido lo que me iba a pasar y ya no me ha dado tiempo a pensar más porque...plof. Toda la cocina llena de huevo colgante. Armarios, cortinas, baldosas, puerta, techo, que luego me ha tocado limpiar con la cuchilla de la vitrocerámica, y todas las virutitas de pintura cayéndome encima, parecía sacada de la serie de Manolo y Benito.
Por supuesto que yo no he salido mejor parada. El huevo que se había quedado pegado en los cristales de las gafas me impedía ver cómo mi familia se reía de mí, sólo podía escuchar los gritos de mi madre de duelo por sus baldosas esculpidas.
10 de la noche, debería estar estudiando, pero no, me divierto quitando el huevo de todos los lugares a los que ha ido a parar, excepto los del suelo, que el perro ha tenido la cortesía de comerse todos los trozitos, incluso los que iban cayendo del techo. Mil gracias chucho.

מרינה

sábado, 7 de febrero de 2009

Capítulo 11.

Durante estos últimos días se han sucedido toda una serie de celebraciones relacionadas con Santa Águeda, pero, ¿alguien sabe por qué se hizo tan conocida esta buena mujer? No creo que fuese por casualidades de la vida, me dispongo a indagar por la bendita wikipedia.
Resulta que fue una joven
siciliana de familia distinguida y de notable belleza que vivió en el siglo III. El senador Quintianus intentó poseerla aprovechando las persecuciones que el emperador Decio realizó contra los cristianos, pero éste fue rechazado por la joven que ya se había comprometido con Jesucristo. Quintianus intentó con ayuda de una mala mujer, Afrodisia, convencer a la joven Águeda, pero esta no cedió.
El Senador en venganza por no conseguir sus placeres la envió a un burdel
, donde milagrosamente conservó su virginidad (estas cosas que sólo suceden en la religión cristiana). Aún más enfurecido, ordenó que torturaran a la joven y que le cortaran los senos. Respondiéndole la joven Águeda: "Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?". Más tarde, en una visión vio a San Pedro y este curó sus heridas, aunque siguió siendo torturada y fue arrojada sobre carbones al rojo vivo en la ciudad de Catania, Sicilia. Cuenta la leyenda que lanzó un gran grito de alegría al expirar, dando gracias a Dios.
Cuando llega Santa Águeda, llega también esa cena tan esperada por las mujeres de más de 45. Recuerdo que un año fui a verla y salí del local muerta de vergüenza, la verdad es que ver a más de 50 mujeres, que cualquiera de ellas podría ser mi madre, gritando como perras poseídas a un boy en pelota picada, me dejó un poco traumatizada, madre mía, el poder de la carne.
O ese boy que te persigue por el bar, con unos mini slips que aprietan todo lo inapretable, para darte un chupito de esos boca-boca, y de paso te da un buen meneo que te hace ponerte del color del chupito.
Aunque lo peor, y menos mal que nunca lo he sufrido en mis carnes es cuando el boy te saca y te sienta en una silla, o se te sienta encima y te hace las mil peripecias. Como a la pobre chica de ayer, menudos meneos de pechos, pierna para arriba, pierna para abajo, culo en la cara, en fin, de todo. Aunque como la pobre chica no era un milagro de la naturaleza seguro que pensó, ¡¡QUE ME QUITEN LO BAILAO!! Pues haces bien chica.

מרינה

viernes, 6 de febrero de 2009

Capítulo 10.

Me ha vuelto ha llegar un mail de friend scout, que no se ni de dónde han sacado mi dirección, no se si a alguien más le llegarán, pero a mi me tienen frita. Ahora la escusa es San Valentín, me dan ganas de contestarles y decirles, no sé a que fecha vivo, ni me importa, y me importa mucho menos pasar San Valentín sola, como los 21 años anteriores, y no me interesa ni lo más mínimo conocer a ninguno de esos pipiolos, porque seguro que son tan inútiles como los que se han cruzado en mi camino hasta ahora, bueeeeno, exceptuando a mi panchito.
Y es que ¿quién no se ha cruzado con un imbécil alguna vez? Yo, demasiadas. Me acuerdo de uno en especial, que yo, de verdad, no se qué quería conseguir de mi, si llevarme a la cama o irse a casa con un ojo morado. Me llamó pueblerina (entre otras cosas), intentó imitar mi acento (con acento de gallego) y ni siquiera tuvo la cortesía de pagarme un puto café el tío rancio. Por no decir que se empeñó en acompañarme hasta la boca del metro y subimos toda la Gran Vía con el nene cantándome toda la discografía de El Canto del Loco, que según él eran sus supercolegas, sí claro y a mi me pasa a buscar ZP en su coche oficial porque la universidad le cae de camino a la Moncloa, y claro así me hace el favorcillo de ahorrarme las aglomeraciones matutinas del metro, qué solidario el hombre con los estudiantes. Me acuerdo que llevaba el gorro tan incrustado en la cabeza para taparme la cara, a pesar de que no me conocía nadie, que creí que se me iba a hacer un agujero en la coronilla y me iba a quedar más bien con una visera.
Pero lo peor estaba por venir, al llegar a la ansiada boca del metro, vi cómo se acercaba como a cámara lenta hacia mi poniéndome morritos ¡¡¡NOOOOOOOOO, me va ha dar un beso!!! Qué suerte la mía que tuve unos buenos reflejos y logré apartarme de él como pude, un seco adiós y entré en el metro como alma que lleva el diablo.
Para que luego venga la del anuncio de no sé qué a decirme que es todos los chicos a los que ha besado. ¡¡Pues yo noooo!! De hecho, intento formatearme cada cierto tiempo, para olvidar eso errores, casi todos producidos por borracheras descomunales.

מרינה

jueves, 5 de febrero de 2009

Capítulo 9.

Olalla, mi compañera de piso, me ha dicho que tengo delirios, otros, a parte de los que me provoca cierto personaje mencionado anteriormente, que todavía no se ha dignado a aparecer, unos tales llamados hipnopómpicos, y no relacionados con culos precisamente, si es lo que estabais pensando.
La historia es que un día estaba yo en mi cama, de esto que ya te estas quedando sopa, pero que todavía eres un poco consciente de lo que sucede a tu alrededor, estás pensando qué calentita estoy, sí, sí me duermooooo; y de repente “meeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee” un timbrazo en estéreo me hace levantarme de un salto de la cama muerta de miedo. ¿¡¡¡¡Madre mía del amor hermoso qué coño ha sido eso!!!!?
Enciendo la luz e inspecciono todo mi cuarto en busca de anomalías, estoy temblando del cague. Me intento tranquilizar diciéndome que es el timbre de casa, a pesar de que son las doce de la noche y nadie, en su sano juicio, llama a estas horas. ¡¡Pero si yo llevo tapones!!¡¡cómo va a ser el timbre si con ellos no oiría ni a unos punkis tocando en mi habitación!! ¡¡¡¡¡tengo un timbre dentro de mi cabeza!!!!! Como es muy tarde decido dejar de pensar, mañana será otro día y es probable que el timbre no vuelva a sonar, ya que lo ha hecho una vez en 22 años, sería lógico que no volviese a hacerlo en otros tantos, además seguro que tiene un explicación racional.
Y sí, la tiene, resulta que es como cuando parece que te caes al vacío, pues lo mismo, solo que a mí me suena un timbre dentro de la cabeza.

מרינה

lunes, 2 de febrero de 2009

Capítulo 8.

Acabo de llegar a la fase “todo me lo suda, yo sólo quiero dormir”, estoy muyyyyy cansada, los párpados me pesan, me es imposible concentrarme en ninguna tarea que implique usar más de dos neuronas, noto como mi mente se ralentiza, ni siquiera me acuerdo de que mañana vuelvo a Madrid, o no, porque con estos temporales nunca se sabe.
Tampoco me acuerdo de que en cuanto vuelva volveré a ser esa mujer pegada a una ventana, que, en realidad tiene ocupaciones mejores, como estudiar, por ejemplo. Seguiré esperando y esperando a que Omar vuelva, porque supongo que todavía no lo ha hecho, si no, las espías que he dejado en casa me hubiesen avisado. Ay, no me puedo ni imaginar cómo será la próxima vez que lo vea, ¡después de dos meses! Seguro que me caigo o hago el ridículo de alguna manera, porque oye, eso es algo que se me da fenomenal.
Y claro, espero no llevar las pintas que llevo cuando bajo a comprar tabaco, pelos de bruja y pantalones de pijama, de esos con puños, aunque tengo que decir en mi defensa que parecen de chándal, pero bueno, a lo iba, que estoy arrebatadora. Así que me toca ir todos los días de punta en blanco por si se sucede el esperado encuentro, joeee que pereza. De verdad ¡lo que hay que hacer por un hombre!, mira que como luego resulte ser un inútil me doy de ostias contra la pared por todo el tiempo que he perdido.
Bueno, de momento estoy empezando a madurar la idea de acecharle, lo cual no quiere decir que vaya a hacerlo, seguro que en último momento me rajo y salgo corriendo muerta de vergüenza.

domingo, 1 de febrero de 2009

Capítulo 7.

11 de la mañana, por fin me he puesto a hacer como que estudio y llaman al timbre, me aparecen don señoras, una más mayor que la otra, y me dicen, ¿está Clementa (la abuelita)? Digo, no, es que es la otra puerta. De repente bajo la mirada y veo un fajo de folletos, bastante sospechosos, sigo bajando y ¡ah! me encuentro con la revista Atalaya, la revista de moda entre los Testigos de Jehová.
Mi naturaleza pueblerina, y por tanto cotilla me obliga a preguntarles que para qué narices requieren a la abuelita, un ser…digamos…non grato, como diría Omar, complicao. Amables, como todos los Testigos, me dicen, no es que un día le dejamos unas revistas y parecieron gustarle y para preguntarle a ver que tal está.
Ya veo lo que pasa, no es que mi abuela quiera convertirse, ni mucho menos, ella es una ultra-agnóstica no reconocida por el qué dirán, y otra cosa no, pero las cosas tienen que ser como ella diga, no como un Dios o una institución religiosa digan. Y tampoco les va a comprar nada, para la abuelita toda cosa que implique abrir el monedero es pecado. Lo que pasa es que la pobre mujer es un poquito agobiante y autoritaria, vamos, que es una petarda como Dios manda, y claro no hay quien la escuche más de 5 minutos seguidos, ni aún proponiéndotelo como buena acción del día, pero como las Testigos quieren cazarla, pues le dedicarán su tiempo, en vano, porque la abuelita es dura de mollera.
Así que dejo a las Testigos que vayan a hacerle una visita, por lo menos un rato que no vendrá a atormentarnos con sus historias para no dormir, además creo que va a ser divertido ver a las Testigos cómo intentan lavarle el cerebro a un ser tan irreducible.
Me despido de ellas y pienso, que vuestro Dios os coja confesadas.

מרינה