miércoles, 25 de febrero de 2009

Capítulo 26.

Recibo una de las memorables llamadas telefónicas de la abuelita. Después de decirme mil veces que coma, que no salga a la calle de noche, que pasan muchas cosas, que ha visto en la tele no sé qué, que no me fíe de nadie, vuelve al mismo tema de siempre, y me dice que está muy preocupada.
La mayor de las incongruentes preocupaciones de la abuelita es que yo no tenga novio. Su intelecto le dice que soy una solterona ahora y lo seré de por vida, y quién sabe, quizás no vaya tan desencaminada. Lo que escapa a su razón es que yo no voy a ir contándole quien pasa o deja de pasar por mi vida, porque abuelita tiene una lengua de trapo y si te tiene que decir que eres un putón verbenero, pues te lo dice y se queda más ancha que larga.
Pero como hoy estoy graciosilla estoy a puntito de contarle la historia del peru, que ya se la había contado anteriormente a mi madre. Finalmente me sujeto y no le digo nada pensando en su salud y sobre todo porque a los diez minutos ya se habría enterado todo el pueblo de que tengo un novio peruano, y en un pueblo esos lastres no se quitan ni con disolvente.
Como mi madre también es bastante pesadita con ese tema un día me dio por decirle que sí, que tenía novio, y que lo llamaban el peru. Claro, la pregunta era obligada, ¿el peru? ¿De qué? Y yo, pues de qué va a ser mamá, de peruano. ¿Peruano? Sí, mamá, peruano. Ay, hija, que yo no tengo nada en contra de los peruanos, pero… Le pongo mala cara y ella me dice, bueno, habrá que aceptarlo. Aunque la cara descompuesta no le cambia. ¿Y cómo le conociste? Pues nada, allí, en los chiringuitos de Príncipe Pío, que vende bufandas, guantes, pendientes… ay mamá, es más majico, pequeñico, morenico, vamos, peruano. Veo que a mi madre se le ponen las tripas del revés, pero yo me doy la vuelta disimulando la risa y la dejo en la cocina sumida en una gran turbación, hasta que horas después le cuento la verdad a la pobre mujer.
Pensándolo bien, la historia no se aleja tanto de la realidad, cambiemos peruano por colombiano, y chiringuito por bar, y voilá, el resultado obtenido se llama Omar.
מרינה

1 comentario:

Manu MAÑERO dijo...

El premio era una entretenida conversación multi-disciplinar con café/caña/cubata/litro de alcohol mediante. Aunque sufro un migrañeo crónico y mañana madrugo para jugar con el equipo de la facultad.
Así, por hablar de todo un poco.