jueves, 12 de febrero de 2009

Capítulo 14.

Me mentalizo para montarme en uno de los míseros autobuses que me suelen tocar. Llego a la puerta y me doy cuenta de que vamos a ser cuatro gatos en el viaje, de lo cual me alegro, y como siempre me dispongo a hacer el análisis clínico de especímenes. Veamos, dos prototipos de “intento ser un tío muy duro, pero en realidad soy un cacas y un chulito de barrio bajo que cuando tiene que dar la cara agacha las orejitas”, y por lo que oigo se han olvidado las llaves de casa, jajaja, pobres diablos; una negrita que la veo algo obsesionada con el cordoncillo de su camiseta, pues en poco rato la he visto varias veces atarlo y desatarlo, y en los ratos en que el cordón no la tiene cautivada lee una Biblia, estoy a punto de preguntarle cuál es su libro favorito y decirle que el mío es el libro de Ruth, pero me digo, contrólate si no quieres que la gente piense que eres una beata, lo cual no es ni remotamente cierto, sólo friqui; también hay una chica que va con su novio, parecen normales; prosigo con la revisión y…¡oye!¡tú no estás nada mal, eh! Le hago un exploración más profunda y descubro unas botas al estilo leñador, ¡uff! Eso si que no me lo esperaba, quizás en la zona montañosa sean el último grito chico, pero por estos lares… no sé yo qué decirte, el caso es que has perdido todo tu posible atractivo.
Dentro del autobús de vez en cuando me vienen oleadas olor pedo y olor chorizo, tan estimulantes, pero yo no dejo de pensar en que ya nos acercamos a Madrid. Me imagino 10.500 maneras de encontrarme a Omar, aunque yo siempre digo que si lo piensas no pasa, pero era inevitable no fantasear un poco, o mucho, y mi teoría se cumple, indudablemente.
Me meto en el metro, y para variar las escaleras mecánicas no funcionan, resoplo, me indigno, pero no me quedan otros huevos que coger esta maleta, que si no la hubiese hecho yo juraría que lleva un cadáver dentro. Me cago en el de delante, el de detrás, el de la izquierda, el de la derecha y en todo el mundo, porque aquí ya te pueden ver con las tripas fuera que no te ayuda ni Cristo.
Me voy jurando en hebreo y me meto al vagón adosada a una mujer que parece que cogió la maquina del tiempo hace 30 años y apareció de repente en el 2009, ¡por Dios! ¡Los flequillos de rulo deberían estar penados! Como le ha parecido poco lo del flequillo me bosteza en toda la cara, abre tanto la boca que esa señora ya no necesita este año ir al dentista, lleva 5 empastes para ser exactos, todos en estupendas condiciones.
Llego al barrio y saco el radar, tengo todo controlado, nadie cruza la calle antes de que yo me de cuenta, pero todos estos controles no hacen que Omar aparezca por casualidad, así que en cuanto logro subir al cadáver a casa después de cuatro pisos sin escaleras y recupero el aliento me pego a la ventana a ver si consigo verlo, pero hoy no va a haber suerte. Me rindo chico, porque tienes su lógica que a las 11 de la noche no salgas al balcón.
מרינה

1 comentario:

abrevadero_chick dijo...

jajajja q bueno el fichaje del bus q realista es dios mio...
Pd: libro de ruth the best 4ever!!!