martes, 11 de agosto de 2009

Mi pariente es Dolly.

Camino por la calle con aire despreocupado cuando paso por un circulillo de gentes que rodea a un señor. ¡Coño, mi abuelo!
Mi abuelo, que vive en Zaragoza, en el pueblo, sentado en la acera, con una pierna mirando a Gerona y la otra a Cuenca. Algo ilógico, pero bueno.
Me acerco, lo llamo por su nombre, le pregunto que si está bien, me dice que le duele un poco, me preocupo, me recargo el móvil para llamar a mis tíos que seguro estarán en casa y me pongo a conversar con un hombre que aguarda junto a mi abuelo.
-No, tranquila, que está bien, mi padre…- y ya no oigo nada más.
Tu… tu… tu ¿Qué? Dirá “tu abuelo”, el mío, claro, no el de él. Ay señor, que mi abuelo tiene un hijo secreto y nadie de la familia tiene ni idea ¡¡ por qué a mí estos bombazos!! ¡¡ por qué!!
Me doy unos segundos y me digo, bueno, no pasa nada, lo asumo como si fuese una de esas madre coraje. Sigo interesándome por el estado de mi abuelo e intentando contactar con alguien de la familia.
-No, tranquila, que mi padre está bien.
Y dale con su padre, qué coñazo de tío, si ya le he explicado a este hombre que es mi abuelo, que se puede marchar a su casa, que yo me encargo del asunto, que, aunque nuestra relación brille por su ausencia, no puedo volver a casa como si nada.
A punto ya de solicitar un análisis de ADN, el encenegado extraño comienza a contarme la historia de su padre y así, paulatinamente, me voy poniendo de todos los colores y me doy cuenta de que he caído en un error, que estamos casi discutiendo por un anciano tembloroso que solamente es el clon de mi pariente.
El hombre se ha debido de pensar que soy una jovencita que anda por las calles desesperada en busca y captura de un anciano que le compre chucherías. Pero no, por Dios, es suficiente con lo que tengo ya.
Así que, tirando de Frodo, me doy la vuelta y retomo mi camino abochornada por haber querido agenciarme a un abuelo que no era el mío, por no saber reconocer bien a mis propios familiares y porque, tarde o temprano, volveré a encontrarme por la calle al hijo de “mi abuelo” y reviviré este ridículo suceso.
מרינה

1 comentario:

María dijo...

Mari, dime que no es verdad. Que te pase ya esto me parece muy fuerte,jajaja. De verdad, estás para que te encierren