domingo, 28 de junio de 2009

Aguas traicioneras.

Caminamos hacia la salida de la piscina mientras una mirada que me resulta familiar estudia mis pasos sin perder detalle. ¡Coño! ¡El amigo de Omar! Evidentemente, como deduzco antes de verlo, el minúsculo hombrecillo está presente. No sé si son las estrellas que se han alineado, las fuerzas del universo o qué, pero algo me decía que vendría, es taaaan predecible, excepto en lo referente al matrimonio, eso es algo que nadie podía esperar.
-Ali ¿de verdad te apetece irte?-le pregunto a mi consanguínea.
-Sí- contesta tajante.
-Pero… ya me contarás qué vamos a hacer en casa, con el rato que queda hasta la cena. ¿Nos quedamos un poquito más?
-Yo no quiero.
Y ejerciendo ese irrefutable poder de hermana mayor aduzco:
-Nos quedamos y sanseacabó.
Toalla y ropa fuera y de nuevo al agua. Me acerco al borde de la piscina con un ligero movimiento de cadera y tomo posición casi en frente de los cuatro “fantásticos”. Sé que me ha visto, como para no verme, si parece que sus tres amigotes me van a traspasar con la mirada. Y yo me cago en todo porque no son precisamente esas miradas las que pretendía atraer. Una vez más mis estrógenos provocan un efecto contrario al deseado pero, a pesar de ello, doy por inaugurado el nuevo puesto de vigilancia.
Borrosos se me revelan ese caballero con carencia de caballerosidad y su barriga incipiente y descolorida. Se ríe, hace el gamba, se tira en bomba, no obstante, a pesar de sus intentos por llamar la atención, sus amigos ya decidieron dónde centrarla, incluso uno acaba acercándose y se coloca a mi lado como el que no quiere la cosa.
Acabo animándome y me lanzo al agua con una única intención, torturar a la pequeña aguadilla tras aguadilla olvidando la fragilidad del bikini. Cuando le doy alcance comienzo a sentirme inexplicablemente libre de ataduras, y disfruto de una placentero desahogo en la parte superior de mi cuerpo.
-¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Jodeeeeeer!!!-y comprendo de inmediato la causa de tal sentimiento liberador, llevo el sostén por el ombligo.
Me lo subo tanto como el medio lo permite y, con media pechonalidad fuera, me acerco al borde a duras penas para recolocarme, en todos los sentidos, vaya, marcándome de paso unas plegarias para que no me hayan divisado en todo mi esplendor. De inmediato reconsidero la idea del baño y decido sentarme en el borde, bien quietecita, donde nada pueda desprenderme de mi bikini.

מרינה

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