jueves, 9 de abril de 2009

Capítulo 60.

Cuando regresé al pueblo hace ya unos días me dije, parece que este año hace calorcito, voy a volver a Madrid como el tizón. Mi idea era ponerme todos los días en el patio a tostarme tripa arriba y tripa abajo, como si de un filete de ternera se tratara. De la idea a la práctica siempre queda un buen trecho, lo cual no quiere decir que no lo haya intentado, sobre todo antes de que el tiempo se volviese a estropear, como siempre para estas fechas, pues no hay una semana santa en la que el cierzo no haga mención de llevarse volando a todos los cofrades.
Me preparo todo lo que necesito para dejar de ser un folio andante, con un poco de suerte tomaré un color más cercano al folio reciclado, toalla, la cremita, que yo para estas cosas soy muy paranoica, además, que me encanta ir siempre bien untadica, libro, mp3, reloj para controlar el tiempo… Salgo a la terraza, extiendo la toalla, me despeloto y me tumbo bien embadurnada en crema.
Umm…pero qué bien se está, qué calentica estoy… Y esto me dura diez minutos, porque Frodo hoy está con ganas de guerra.
Empiezo a notar pelitos que me recorren los brazos haciéndome cosquillas, es Frodo olisqueándome e intentando que le dedique parte de mi tiempo, pero yo estoy a lo mío. Él, que es un perro maño, y por supuesto cabezón, no se da por vencido tan fácilmente. Me da empujoncitos en el brazo con el hocico, mete la cabezota en el hueco que queda entre mi axila y el suelo, se me tumba en la espalda, se reboza por todo mi cuerpo mientras yo me estoy cagando en todo lo que se menea, pero sigo sin hacerle ni caso. En un intento ya desesperado utiliza su última táctica, la de morderme los pies. Yo me vuelvo loca, me retuerzo, encojo las piernas, pero cuantos más aspavientos hago, el otro aún se pone más contento porque piensa que voy a jugar.
Total, que mi gozo en un pozo, me levanto de la toalla y asumo que hoy no dejaré de tener un color blanquecino enfermizo. Me voy directamente a la ducha porque todos los pelos de Frodo se han quedado pegados a mi piel gracias a la crema solar y he dejado de ser Marina para parecer más bien un oso de peluche, o el hombre de las nieves, dejaré elegir una de las dos versiones de mí.

מרינה

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