miércoles, 29 de abril de 2009

Capítulo 72.

Son las cuatro de la tarde y me preparo para un día campero, merendola incluida. Frodo no entra en mis planes pero me mira desde las escaleras de casa con ojos de cordero degollado y yo no puedo con esas miradas, a pesar de que sé que me va a llenar el coche de mierda y luego estaré maldiciéndolo unos cuantos días.
Lo subo en el asiento trasero haciendo oídos sordos de las recomendaciones de Reix que me dice que lo meta al maletero, pero yo sólo pienso en los posibles traumas claustrofóbicos que puede llegar a desarrollar. Me parece de una crueldad importante y considero más adecuado atarlo con la correa a lo primero que pillo.
Arranco y empieza a ponerse histérico, no es muy amigo de los coches pues no puede controlar el movimiento y comienza a dar vueltas por el asiento. Saca la cabeza por entre medio de los dos asientos, pero antes de que pase consigo atestarle un codazo para que vuelva a su sitio. Él no se da por vencido y mete la cabeza, y después todo el cuerpo, por el lado de la ventanilla hasta que se posa sobre mis piernas.
Madre mía, con la mala suerte que tengo seguro que se me aparecen ahora los hombres de Paco (la policía local, cuyo jefe casualmente se llama Paco) y me meten un buen puro. No hemos andado ni 30 metros pero decido parar el coche de un frenazo porque Frodo acabará subiéndoseme a la cabeza y probablemente ya no necesite merendar, pues me estoy comiendo una cantidad de pelos poco recomendable. Bajo echa una furia porque a este puto perro no se le puede sacar de casa y, como ya me habían recomendado, lo meto en el maletero como puedo.
Se pasa todo el camino chemecando y lloriqueando, en parte porque me estoy comiendo todos los baches del mundo mundial, pero yo hago oídos sordos, excepto cuando no lo oigo gemir, que entonces me pongo a llamarle como una loca porque creo que ha muerto.
La tarde campera se sucede no sin varios incidentes, parece ser que nos creemos un par de aventureras en busca de tierras vírgenes que explorar. Primero no encontramos el dichoso río, más tarde me meto por un camino embarrado del cual tengo que salir marcha atrás chocándome finalmente con un montículo de tierra que juraría que antes no estaba allí, y para terminar, acabo metiéndome por un camino todavía peor que el anterior que resulta no tener salida. Vamos, que como exploradora tampoco tengo futuro, habría que verme en un safari o una cosa de esas.
Y así me paso la tarde, visitando los campos del pueblo, intentando sacar a Frodo del coche porque está acojonado y echándole algún grito de vez en cuando porque el muy cabrito, o se está rebozando por todas las hierbas o se camufla entre ellas y no hay manera de encontrarlo.

מרינה

1 comentario:

Manu MAÑERO dijo...

jaja si, empiezo a visualizarte mejor en las cosas que cuentas. aunque yo mataría hoy mismo a quien fuera por un día de campo (y eso que es san cemento hoy, q si quieres desfasar puedes llegar a clase borracho como una cuba fácilmente y nadie se va a extrañar)