miércoles, 13 de mayo de 2009

Capítulo 81.

Salgo de casa dispuesta a plantarme frente a Omar y a obtener una válida justificación al hecho de que salude como si no nos conociéramos de nada, encontrándome por el camino al “risitas”, que últimamente me tiene algo preocupada, pues está dejando de hacer honor a su nombre.
Reúno el valor necesario para acercarme a Omar, bueno, no exactamente, las chicas acaban empujándome y de repente lo tengo a una distancia peligrosamente corta. Los tembleques se apoderan de mí al igual que en anteriores ocasiones, pero consigo abrir la boca y preguntarle, evitando que note que estoy sudando a mares, que si le pasa algo conmigo.
Con la sonrisa en la boca me dice que no, que somos amigos. Bueno, amigos, lo que se dice amigos… pues no, tampoco vamos a exagerar, pienso yo. Y, como si yo en alguna ocasión le hubiese pedido algo, me dice que él no se puede permitir una relación estable en España y que está casado. Yo le explico, sin reparar en lo que me acaba de soltar, que no, que no se equivoque, que yo ni puedo, ni quiero una relación estable, y menos con él, pero que de vez en cuando no está mal darse una alegría al cuerpo.
Muy digna yo, sonrío, me despido y me marcho por donde he venido. Camino hacia las chicas y, de repente, me percato de la bomba que me acaba de lanzar, me cae como un gran chorro de agua fría. ¡¡¡Que está casado!!! Pero… pero…¡¡¡qué cojones me está contando el desgraciado éste!!!
Me voy acercando a cámara lenta hacia la esquina donde aguardan Olalla y Joy sin pestañear, sin hablar y sin lograr cerrar la boca, porque esto es lo último que me podía esperar, bueno, lo último no, porque es que nunca hubiese podido imaginar algo así.
Les narro como puedo el desarrollo de los hechos hasta que aparece el “risitas” que nos dice entre carcajada y carcajada:
-Ay qué chicas tan guapas.
-Gracias “risitas”-le digo yo llorando a moco tendido y olvidándome de que estoy en medio de la calle, mientras intento convencer a Oli, que está muy decida a ir a decirle cuatro cosas a Omar y atacarle con el bolso si se tercia, que es mejor pasar del tema.
De lo que no puedo convencer a las chicas es de que no monten guardia en la terraza esperando a que Omar llegue del trabajo a casa para lanzarle desde la ventana el par de huevos que el faltan y, para qué mentir, será gracioso ver su reacción, así que tampoco insisto demasiado en que olviden la idea del lanzamiento de comestibles, pero el muy cabrón tiene suerte, y finalmente nosotras acabamos cansándonos de esperar antes de que el llegue a casa.
מרינה

1 comentario:

Manu MAÑERO dijo...

vamos, lo tipico jaja. "no me puedo permitir una relacion seria en españa", pero no me importaria echarte un polvo para aprovecharme un poco de ti, serle infiel a mi mujer y, de paso, alimentar tus ilusiones.