martes, 26 de mayo de 2009

Los filósofos me incitan a...

Vuelvo a encontrarme al compañero de piso de un amigo, el cachondo de Matteo, un espécimen muy válido sacado de la nación italiana y al cual tuve que tachar de mi lista de macizos e interesantes después de que se echara novia, sobra decir que siempre me resisto a preguntar por ella.
Salgo del metro persiguiendo un culo muy buen puesto en su sitio, redondito, levantado, en fin, que tengo que verle la cara. Me adelanto, es guapo, muy viril él.
Entro en clase con aire fastidioso, ya sé lo que me espera en esta jaula de tortura y, veinte minutos después, buceando en los mares del hastío, entre tanto existencialismo, post modernismo, neoclasicismo, neo platonismo, romanticismo y el intenso tedio que me inducen, acabo poniéndole ojitos a todos los tíos decentillos (es decir, no engendros de la naturaleza) de clase de teoría de la literatura, a los que les saco un par de años porque en esta asignatura soy re- repetidora, vamos, que es el tercer año que la curso, pero que a la tercera va la vencida.
Sólo por diversión, sólo por sentirme alagada, sólo porque me importa un pimiento lo que Aristóteles, Horacio o Platón tengan que decirme acerca de la literatura, sólo porque me apetece hacer un rato el gamba, comienzo un juego de miradas y sonrisitas con el rubio de gafitas de la primera fila. Es un poco pardillo, para qué nos vamos a engañar, pero el acto de quitarse las gafas y despeinarse el flequillo… en fin, cómo estamos hoy.
Genial, comienzo a ser la de antes, no una salida compulsiva, que todos tenemos nuestros días, si no simplemente divertida, con ganas de reír y hacer un poco el ganso.

מרינה

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