miércoles, 20 de mayo de 2009

Capítulo 85.

La rutina, la costumbre o yo qué sé qué me persigue, corro, pero ella es muy rápida, o yo muy lenta, y acaba alcanzándome.
Me resulta inevitable, mientras mi generoso vecino me permite robarle conexión pegada a la ventana de la terraza, no levantar la vista hacia la ventana de Omar. Mil veces miro hasta que su luz vuelve a encenderse como cada día a estas horas.
Sí, sí, vamos… quítate la camisa…
Cierto, tengo una actitud poco saludable, que seguro acabará pasándome factura pero, como él ya no está por la labor de dejarse ver nuevamente en vivo y en directo, y nadie me prohibió mirar libremente, hasta nuevo aviso supongo que lo seguiré haciendo.
Un momento, otra ventana iluminada en el bloque de enfrente, casi debajo de la ventana de Omar. Me puede la vena curiosa de pueblo y centro mi atención en ella.
¡¡¡¡¡Ahhhh!!!!! ¡¡¡¡¡Abuelaaaa!!!!! ¡¡¡Por el amor de Dios, tápese!!!
¿Qué quiere? ¿Matarme de un susto? ¿Qué el ordenador salga volando por los aires y lance un grito que se oiga en todo el barrio? ¿Que Omar se asome alertado por el grito y descubra que le observo desde mi ventana? Ah, no perdón, eso ya lo sabe, ya me encargué yo de soltárselo gracias a esta bocaza.
Decididamente debería dejar de hacer esto, darles la espalda a mis grandes dotes de agente secreto y dedicar mis esfuerzos a cuestiones menos autodestructivas, aunque sólo sea por no acabar con un doble bypass, resultado de este espectáculo que acabo de presenciar, el cual dista mucho de placentero, todo lo contrario al striptease latino que yo esperaba.

מרינה

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