viernes, 6 de febrero de 2009

Capítulo 10.

Me ha vuelto ha llegar un mail de friend scout, que no se ni de dónde han sacado mi dirección, no se si a alguien más le llegarán, pero a mi me tienen frita. Ahora la escusa es San Valentín, me dan ganas de contestarles y decirles, no sé a que fecha vivo, ni me importa, y me importa mucho menos pasar San Valentín sola, como los 21 años anteriores, y no me interesa ni lo más mínimo conocer a ninguno de esos pipiolos, porque seguro que son tan inútiles como los que se han cruzado en mi camino hasta ahora, bueeeeno, exceptuando a mi panchito.
Y es que ¿quién no se ha cruzado con un imbécil alguna vez? Yo, demasiadas. Me acuerdo de uno en especial, que yo, de verdad, no se qué quería conseguir de mi, si llevarme a la cama o irse a casa con un ojo morado. Me llamó pueblerina (entre otras cosas), intentó imitar mi acento (con acento de gallego) y ni siquiera tuvo la cortesía de pagarme un puto café el tío rancio. Por no decir que se empeñó en acompañarme hasta la boca del metro y subimos toda la Gran Vía con el nene cantándome toda la discografía de El Canto del Loco, que según él eran sus supercolegas, sí claro y a mi me pasa a buscar ZP en su coche oficial porque la universidad le cae de camino a la Moncloa, y claro así me hace el favorcillo de ahorrarme las aglomeraciones matutinas del metro, qué solidario el hombre con los estudiantes. Me acuerdo que llevaba el gorro tan incrustado en la cabeza para taparme la cara, a pesar de que no me conocía nadie, que creí que se me iba a hacer un agujero en la coronilla y me iba a quedar más bien con una visera.
Pero lo peor estaba por venir, al llegar a la ansiada boca del metro, vi cómo se acercaba como a cámara lenta hacia mi poniéndome morritos ¡¡¡NOOOOOOOOO, me va ha dar un beso!!! Qué suerte la mía que tuve unos buenos reflejos y logré apartarme de él como pude, un seco adiós y entré en el metro como alma que lleva el diablo.
Para que luego venga la del anuncio de no sé qué a decirme que es todos los chicos a los que ha besado. ¡¡Pues yo noooo!! De hecho, intento formatearme cada cierto tiempo, para olvidar eso errores, casi todos producidos por borracheras descomunales.

מרינה

2 comentarios:

Manu MAÑERO dijo...

Reflejos felinos, que se llama eso. jaja..
con respecto al anuncio no te preocupes, nunca "serás él" si en realidad no le besaste. Aunque quizás una palmadita en la espalda y una moneda de 5 céntimos si cayera. De limosnilla.
Pobrecico. ¿Y si llega a imitar bien tu acento? ¿Y si te paga el café? ¿Y si en vez de decir que el canto del loco eran sus supercolegas se hubiera dedicado únicamente a compartir gustos musicales contigo?
¿Hubieras apartado los labios igual?
Um..

Marina dijo...

tengo que reconocer, que sí, también soy él gracias al pedo de martinis que llevaba, esa era la segunda oportunidad, y creeme que no hubo mñas ni las habrá