martes, 3 de marzo de 2009

Capítulo 31.

Para mi desdicha, salgo a la calle y está lloviendo. Me preparo para lo que viene siendo un tormento de día gracias al menisco, legado de mi padre, y por el cual le estoy sumamente agradecida, porque a elegir entre dos de sus peores particularidades, me quedo con la rodilla de vieja y descarto la nariz, sin lugar a dudas. Con los sudores que me ha costado bajar las escaleras, ahora tengo que subir a por el paraguas. Manda huevos que pase la mayor parte de mis días mirando por la ventana y cuando realmente hay necesidad, ni me acuerdo de que existen unas aberturas con cristal en las paredes de casa, que sirven para otras cosas que no tienen nada que ver con el espionaje.
Como el ser humano, por naturaleza, busca el placer inmediato, en este caso el alivio inmediato, desecho la idea de volver a subir y volver a bajar las condenadas escaleras y me voy sin paraguas. Y no hay que ser muy avispado para imaginar cómo he vuelto después de clase, con mis pelos de ratona pegados a la cabeza, el plan casquete.
Sin saber cómo, llego a clase a y 35, 15 minutos antes de mi media del curso, y de la carrera en general. Es demasiado pronto para mí, no puedo aguantar todo el pestiño de clase de gramática, así que esto se merece un pitillo en la puerta de la facultad para celebrar la puntualidad de hoy. Bueno, no es que yo sea impuntual, yo prefiero decir que soy puntual, pero a la hora que a mí me da la gana, que a mí las imposiciones no me van. Así pues, con este extraño concepto de la puntualidad que tengo, es más que probable que mis amigos algún día me dejen tirada, porque después de tanto tiempo y tantas esperas, sigo utilizando la escusa de, no…, claro…, es que aquí en Madrid, con el metro y tal, me cuesta calcular cuánto voy a tardar. Cierto es que la escusa ya huele, en consecuencia me planteo seriamente ir buscando otra un poco más creíble.

מרינה

1 comentario:

Manu MAÑERO dijo...

Prueba con otras también relacionadas con el transporte público, en plan: "se paraba cada dos por tres" o "ha tardado cuarto de hora en venir, x lo visto hay huelga". si algo tiene el metro, es que desarrolla la imaginación excusil hasta puntos insospechados.
quiero una caña contigo.