domingo, 22 de marzo de 2009

Capítulo 47.

Vuelta a la capital y, por supuesto, vuelta a la realidad. Vuelta a las clases, a los quehaceres diarios, caseros y escolares, vuelta a pegarme a la condenada ventana, aunque esta semana me he propuesto recuperar la salud mental, y también la corporal, por que las comiditas de mamá están demasiado ricas. Decir que las mías son pobres, cutres, poco elaboradas, en fin, que no tengo ni ganas, ni paciencia, ni nada de nada para ponerme delante de los fogones y obrar milagros.
Cinco días de fiesta que llevo y la pereza ya se ha instalado en mi cabeza. Cuando llego a casa me digo que es hora de abrir la agenda y concienciarme de que mañana no hay café matutino, ni siesta, ni visitas. Me acerco a ella con miedo porque sospecho lo que me va a decir, que tengo que entregar un trabajo el martes, del cual no me había acordado hasta que no he pisado el metro. La abro y, efectivamente, un estupendo ensayo a entregar pasado mañana sobre… sobre… buff ¡ni siquiera lo sé! Pero qué desastre.
Me dejo en seguida de meditaciones y me digo, de perdidos al río, si ya suspendí esta asignatura en febrero, para qué narices me voy a dar mal con ella ahora, lo más práctico es que me la lleve enterita a septiembre y todos contentos, bueno, contenta yo. Eso sí, como cada septiembre, me cagaré en mis muertos por haberme dejado la asignatura más horrible de todas, lloraré y patalearé como una niña caprichosa y entraré en un estado profundo de apatía, esperando de nuevo a que se me aparezca la virgen en el examen. Pero como hasta septiembre quedan cinco meses, ahora siento que me he quitado un peso muy pesado de encima y sin ningún cargo de conciencia, me lanzo al sofá que parece que hago el salto del tigre.

מרינה

1 comentario:

Manu MAÑERO dijo...

el salto del tigre...
también he vuelto del asueto puentil, aunque creo que todavía mas conmocionado que tú. podriamos ahogar nuestras penas mutuamente, al menos hasta que recuperemos la normalidad.