sábado, 14 de marzo de 2009

Capítulo 41.

Creo que Omar sabe que a mi me gusta, pero lo que Omar no sabe es que yo se que él sabe lo que sabe, no sé si me explico. Volveré al principio de los tiempos entonces.
Hace unos cuantos días Oli se encontró a Parras, el amigo de Omar, en un bar y estuvieron hablando. Hasta ahí una cosa normal. Una típica conversación en un típico bar. Pero la historia continua en otro escenario.
He quedado con Joy para ir a comer a Omar Bar. Nos sentamos, pedimos y nos sirven. De repente me dice Joy:
-Oye, tengo que decirte una cosa.
-Vale, dímela.
-Es que… el otro día, cuando Oli estuvo con Parras, éste le preguntó que si era ella la que estaba enamorada de Omar.
-¿Quéééé? No me jodas.
Me he quedado completamente estupefacta, tan paralizada que la lechuga me cuelga de la boca y yo no me doy ni cuenta. Cuando consigo reaccionar me como la lechuga y bebo un buen sorbo de agua a ver si logro digerir este amargo trago. A todo esto, Omar sirviendo al resto de las mesas dando vueltas por detrás de mi.
-¿Y qué contestó Oli?
-Que ella tenía novio.
Intento serenarme para proceder a un análisis minucioso de la situación. Vamos a ver, si el Parras sabe que una de nosotras está enamorada de Omar será porque Omar se lo ha dicho, no creo que se lo haya sacado de la manga, por tanto Omar lo sabe. La cuestión es que Parras no nos ubica, no sabe quién somos cada una, sólo sabe que dos somos blanquitas y una mulata, por tanto, si le pregunta a una de las blanquitas que si es ella, es porque sabe que es una de las blanquitas, pero no sabe cual de las dos. Y si Oli le ha dicho que ella no era, pues sólo queda una servidora. Pero claro, Omar sí que nos conoce, de sobras, él nos diferencia, así que sabe que soy yo, y si no ya se encargará su amigote de contárselo, para el caso patatas, porque llegamos a mismo punto.
Oh, Dios, mío, ni aunque me pusiese las rodajas de tomate de la ensalada en los ojos me sentiría más ridícula. Por favor, que lo ha sabido desde hace por lo menos una semana y yo no he dejado de saludarle, de sonreírle, ¡que limpié todos los cristales de la terraza embutida en una mini camiseta! ¡Que se me veía hasta el pensamiento! ¡Y vosotras habéis visto cómo perdía la poca decencia que me quedaba y no me habéis dicho nada!
El muy asqueroso fijo que se partía el culo cada vez que me veía. Encima seguro que ahora se cree que es un latin lover, lo cual está muy lejos de la realidad, aunque ello implique reconocer que tengo gustos raros. Por mi parte voy pensando en cómo partirle las piernas y recuperar parte de mi honor.
Más tarde, en el metro, voy con unos compañeros del curso que acaban hablando de gobiernos sudamericanos, por lo que yo pronto desconecto y me siento en el suelo del vagón donde sus voces no me llegan. Y ya lo siento por los oradores, pero es que soy un poco ignorante y no sé nada del tema. Bueno, no voy a desprestigiarme tampoco, es que me llevan unos años de ventaja. Sólo pienso para mis adentros que lo único sudamericano que conozco es Omar, y la verdad, no tuve una buena experiencia, así que prefiero no conocer nada más siguiendo el lema “mujer precavida vale por dos”.
Decido, de momento, que esta cruzada terminó para mí.

מרינה

1 comentario:

AdRiAnØ dijo...

Mari!! cada vez que cuentas la historia de los cristales me muero de la risa!! te juro que leer tu blog es como ir viendo escenas de una pelicula. Pero lo de que la cruzada ha terminado no es verdad no?? que entonces solo nos hablaras del 4x4 que un dia paso una noche en vuestra casa, y de ahi no hay mucho donde rascar. Queremos mas panchito!! ;)
un beso!!