domingo, 29 de marzo de 2009

Capítulo 52.

Domingo, esos insulsos días. No tienen ni gracia ni encanto, ni miga ni sustancia, ni chicha ni limoná. Deberían estar prohibidos, es más, deberían desaparecer. Me producen la apatía más absoluta.
No quiero tirarme en el sofá a ver el peliculón de Antena 3. Yo sé porqué los llaman peliculones, no es porque la crítica los ponga por las nubes, es que son eternos. Puedes dormirte cinco veces durante la película y cuando despiertas sigues cogiendo el hilo de la trama. Películas interminables y lentas a morir que hacen caduca tu paciencia, pues lo que te cuentan en tres horas, cuatro con anuncios, podrían decírtelo en diez minutos y no tragarte esos culebrones de asesinatos, violadores, mujeres maltratadas, etc. No tengo ganas de perder mi tiempo en eso, prefiero ver cómo pasa la vida haciendo cualquier otra cosa que tampoco me apetezca y que me aburra inmensamente.
Me planteo salir de casa, mi cueva, mi fortaleza, pero con el día que hace y las pocas ganas de quitarme el pijama, meterme a la ducha, peinarme, vestirme… uff, demasiado trabajo, me aburro más aún, si cabe, sólo de pensarlo, además, que si llevo todo el día con el sujetador del revés y no me he dignado a darle la vuelta, cómo voy a esforzarme tanto para un simple paseo. Total, haga lo que haga el hastío hoy no piensa abandonarme, no lo ha hecho casi ningún domingo desde que me conozco, así que hoy no va a ser menos.
Finalmente me resigno y me meto en la cocina bayeta y KH7 en mano. Todos los días del señor la misma historia, el fregote semanal depuesto hasta el último momento, cuando ya no hay otra cosa que hacer y ya no te quedan otros huevos, pues si lo dejara, las bacterias se harían tan grandes que acabarían por devorarme.

מרינה

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